jueves, 30 de enero de 2014

Descanso familiar y super tarariras en paraíso cordobés


Wilmar Merino nos relata en esta
nota para Viva la Pesca de Diario Popular
una salida en busca de Tarus Cordobesas

 
Las aguas cristalinas y los palos sumergidos del Dique Pichanas constituyen un verdadero desafío al pescador de taruchas, que podrá batallar con robustos ejemplares que tienen todo a su favor para zafar.

Destino vacacional de miles de argentinos, Córdoba es una provincia donde perfectamente podemos combinar el descanso familiar con una buena salida de pesca. Y en la búsqueda de destinos no tan comunes, dimos con Villa de Soto, paraíso del Norte cordobés donde podemos hacer base disfrutando de la serranía en un poblado libre de contaminación, para disfrutar allí cerca de una magnífica pesca de tarariras en el dique Pichanas.

Martín Rodríguez, del complejo Barrancas del Río, es nuestro anfitrión en este paraje del noroeste cordobés. Villa de Soto está ubicada a unos 20 kilómetros de la ciudad de Cruz del Eje, por la Ruta Nacional 38 que nos lleva a La Rioja.

Rodríguez nos ofreció un abanico de posibilidades para divertirnos en su zona, desde salidas en mountain bike a paseos a caballo o trekking, pero nosotros optamos por un buen programa de pesca. Y allí nos tentó con las magníficas tarariras del Dique Pichanas, a tan sólo 15 kilómetros de Soto.

El Dique Pichanas concentra agua para regar toda la región, y en el mismo habitan el pejerrey y la tararira, siendo perfectamente posible hacer un programa doble con ambas especies. Las salidas de pesca se coordinan con Martín y son exclusivas para quienes estén alojados en el complejo, ya que la familia tranquilamente puede disfrutar de la pileta, o del río, mientras que los fanáticos de la pesca se dirigen hacia el dique en busca de emociones.

Así fue que coordinamos una salida de pesca, apuntando especialmente a las tarariras en este ambiente lleno de piedras, aguas claras y algunos árboles semisumergidos que le dan un particular aspecto a este espejo y en donde sacar de esos palos a taruchas bien robustas y sanas es un verdadero desafío.

Arrancamos tentando taruchas en baitcast y spinning, testeando pequeñas "bahías" que se forman, y que Martín conoce con lujo de detalles. 
 
Lentamente nos desplazamos por la costa y pudimos ver algunos ejemplares que estaban metidos entre las piedras y los troncos. El señuelo clave "para pescar sin enganchar" fue el Highlander naranja de Spinit, que tuvo enseguida furiosos ataques. 
 
También rinden las cucharitas giratorias y algunas ranitas de goma con antienganches. 
 
Si bien no hay mucha vegetación, sí existen muchos palos y troncos cuyo enganche podemos evitar con anzuelos con antienganche. 
 
Como suele ocurrir, las tarus se mostraron lentas en las primeras horas, errando ataques o desestimando los engaños, pero de a poco fueron mostrando toda su voracidad. 
 
El placer extra que da pescar en este lugar es que no fueron pocas las veces donde pudimos ver perfectamente el momento del ataque, ya que el artificial se observa a varios metros de la costa, por la claridad del agua, y antes de sentir el pique vemos como un torpedo sale de su refugio para engullirlo. Realmente es un espectáculo que nadie se debe perder, en un ambiente como dijimos lleno de particularidades.

Al mediodía generalmente dejamos la pesca para disfrutar bajo una sombra de un buen asado preparado por Martín, que nos permitió volver a pescar en las últimas horas de la tarde mucho más animados, logrando mas ejemplares que de mañana, y de mayor tamaño.

El dique Pichanas nos demostró que tiene magníficas tarariras, ofreciendo un atractivo extra a toda la maravilla que nos regala Villa de Soto y su naturaleza. 
 
Nuestro regreso, para premiarnos con un refrescante baño en la piscina del complejo, no pudo ser más glorioso.
 
 
Fuente: Viva la Pesca / Diario Popular
 
 
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