miércoles, 14 de enero de 2015

En el Mediterráneo, la pesca recreativa captura la misma cantidad (o superior) de peces que la comercial


A tener en cuenta: Estudio realizado por
la Universidad de Gerona
en 15 áreas marinas del Mediterráneo



Según un estudio realizado por la Universidad de Gerona en 15 áreas marinas del Mediterráneo. Además, ha documentado los efectos negativos del empleo de cebos exóticos, el olvido de aparejos y la captura de especies vulnerables.

En algunos casos, el volumen de extracción de la pesca recreativa puede ser igual o incluso superior al de la pesca comercial en el mar Mediterráneo, según un estudio realizado por la Universidad de Gerona publicado en Reviews in Fisheries Science & Aquaculture, informa el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).

Los investigadores han analizado los resultados de 24 estudios realizados en 15 áreas marinas en España (Tabarca y tres zonas del Cabo de Creus), Francia, Italia y Turquía. Y compararon las diferentes prácticas, como el uso de cebos exóticos y la pesca de fondo, así como el impacto biológico de los diferentes tipos de pesca recreativa: desde embarcación, desde costa y submarina.

Según Toni Font, autor principal del estudio, dado que la pesca recreativa implica a un gran número de personas -se estima que un 10% de los adultos que viven en países desarrollados la practica-, «ejerce una presión sobre los recursos nada despreciable, especialmente en las áreas marinas protegidas», donde se concentran muchos pescadores.

El principal efecto que describen los investigadores en su trabajo es que en el Mediterráneo, a diferencia de en otros lugares del mundo, la práctica de la captura y suelta (sin muerte) no está «ni mucho menos extendida entre los pescadores», señala Font, que matiza que de producirse la suelta, ésta se vincula a especies no deseadas o a tallas demasiado pequeñas.

El equipo comprobó que se capturó una media de 46 especies y se identificaron un total de 45 especies vulnerables (incluidas en convenios internacionales de protección de la biodiversidad, con un crecimiento lento, elevada longevidad o potencial reproductor bajo) capturadas por la pesca recreativa.

La pesca desde embarcación es la que captura un mayor número de especies vulnerables y diferentes (hasta 65), mientras que la submarina es la más selectiva (hasta 31). Además, ambos tipos obtienen un mayor rendimiento en términos de peso frente a la pesca desde costa.


Transmisión de virus

El estudio también pone de manifiesto la importancia de otros impactos ecológicos emergentes –hasta ahora poco o nada tratados en el Mediterráneo– como, por ejemplo, el uso de cebos exóticos.

«Se detectaron un total de 11 grupos de cebos utilizados por los pescadores, donde los gusanos poliquetos y sipuncúlidos potencialmente exóticos (producidos fuera del Mediterráneo) eran de los más utilizados, con porcentajes superiores al 80% en determinados casos», indica el científico.

Para el investigador, estos cebos o incluso los organismos que se encuentran en sus embalajes llevan implícitos una serie de efectos negativos, como la invasión potencial de un nuevo hábitat. Pero también pueden transmitir virus «que afectan a las poblaciones de peces salvajes», añade. Por otra parte, la sobreexplotación de organismos autóctonos como cebos también puede afectar a las poblaciones.


Acumulación de plomos

A esto se añade la pérdida o abandono de los aparejos de pesca en el fondo del mar, de forma intencionada o no, por parte de los pescadores que provoca la acumulación de plomos, anzuelos e hilos. «El plomo tiene propiedades tóxicas que pueden afectar a los organismos marinos y a las aves acuáticas», alerta Font.

Las líneas de pesca contienen plástico como el nilón, que puede tardar hasta 600 años en descomponerse, y al erosionarse se convierten en micropartículas o microplásticos. «Acaban siendo ingeridas por una gran variedad de fauna marina, con sus efectos nocivos intrínsecos, y las líneas de pesca también provocan estrangulamiento en algunas especies y muerte a corales, esponjas o gorgonias», advierte Font.

«Es esencial que se establezcan normas concretas para las especies protegidas y más vulnerables, a las tallas mínimas, a períodos de veda, a límites en los volúmenes de captura, al uso de cebos exóticos y a determinados materiales nocivos. Así como invertir esfuerzos en la educación ambiental de los pescadores», concluye el experto.

El estudio de la Universidad de Gerona ha sido promovido por el proyecto transnacional europeo MedPAN North, cuyo objetivo principal es mejorar la efectividad de la gestión de las áreas marinas protegidas del norte del Mediterráneo, y cofinanciado por el Programa MED (con 13 países como socios), el Proyecto Life+Indemares (que coordina la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) y el departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural de la Generalitat de Cataluña
(ABC Natural)


Fuente: Fundación Nuestro Mar


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