sábado, 2 de mayo de 2015

Ritual compartido de pesca con amigos en La Genovesa


El Pez Gordo celebró con amigos su regreso a las lagunas
con una jornada muy divertida en un espejo de San Cayetano
del que hacía rato no teníamos noticias. Mucho pique
en este ámbito de grandes juncales y agua clara



Pescar nunca es la prioridad en el ritmo de vida moderno que llevan millones de habitantes en las grandes urbes.

Siempre hay otras obligaciones prioritarias: que los chicos, que el trabajo, que los proveedores, que un trámite impostergable... 

El caso es que por una cosa o por otra, pescar siempre queda para un incierto "después" que nunca llega. 

De manera insólita, esto también le ocurre a quienes están vinculados al rubro. 

Y precisamente es por eso que el querido Alberto Pontoriero -responsable de la casa El Pez Gordo y fabricante junto a su hermano de las Boyas Doble-T- celebró tanto haber vuelto al ruedo.

Y su elección no pudo haber sido mejor, para él y para esta sección, pues nos trajo una primicia: visitó la laguna La Genovesa, de la que hacía rato no teníamos noticias. 

Como en toda salida, gran parte del pasarla bien no depende sólo de la colaboración de nuestros amigos subacuáticos sino de los otros, esos amigos de arriba de la superficie que comparten con nosotros el viaje, las comidas, las cargadas y las anécdotas de cada aventura.

Esta vez, los "secuaces" fueron Pepe Gatti, Oreste, Germán Cerrotti -quien registró cada pique para un video institucional de las boyas Doble- T y el inefable Pez Gordo de Quilmes, Alberto Pontoriero. 

La barra amenizó el viaje de 580 km hasta San Cayetano, destino elegido en el que se reunieron con el guía Carlos Di Loreto, quien regentea varios espejos rendidores en la zona y les dio el aviso de la buena pesca en La Genovesa. 

Esta laguna queda en el sudeste bonaerense a 85 km de Necochea.

Carlos llevó su tracker para este relevamiento y en breve estuvieron listas las Spinit de 4 metros, con reeles medianos frontales Shimano y las líneas Doble- T con diversos formatos de acuerdo al gusto de cada pescador.

El día diáfano, de sol pleno, hizo que para pescar sobre el brillo rindieran bien los colores rojo anaranjados y al pescar anclados se lucieran las boyas blancas, con sol de espaldas. El ámbito es ideal para la pesca de pejerreyes, pues tiene aguas claras y frescas en un espejo enmarcado por mucho junco.

Los pejes no tardaron en responder, al igual que las boyas Doble-T que marcaron el pique maravillosamente, como si estuvieran actuando solas para el video que registraba el videasta Germán.

La yapa estuvo dada por algunos piques violentos, con saltos cual doradillo a cargo de las flechas de plata.

El multifilamento del 0,18 permitía clavar con un simple golpe de muñeca, y los pejes salían literalmente volando por el aire, dando una pelea furiosa al vender cara su derrota. 

De a poco, el cajón se fue llenando al compás del rostro de los pescadores que sonreían felices de revivir el ritual compartido otra vez.

Lo mejor, hubo pique desde el inicio hasta el final de la jornada y en cada cambio de lugar no hubo que esperar para seguir con la fiesta. 

Eso sí, el mediano estaba tan activo y voraz que apenas caían las boyas salían disparadas. Acaso por ello no salieron los pejes de kilo que atesora este ámbito. 

Pero esa será la excusa para volver más adelante, cuando el frío atempere el ímpetu de los juveniles y el peje grande y resistente señoree entre esas calles de juncos de ensueño.

Los 15 km de tierra hasta el hostal donde hicieron noche, fueron de mates y sonrisas. 

Con esa alegría inmensa que se mete en el alma, cuando uno pasó tanto tiempo sin pescar y se pudo dar el gusto de volver al ruedo.


Fuente: Viva la Pesca /// Diario Popular


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