martes, 4 de agosto de 2015

Aberración a la tucumana, por La Gaceta


Una nueva e importante mortandad de peces
en el Río Salí, difundida a través de las redes sociales,
opacó la alegría que debía enmarcar el Día del Pescador



Era un día para celebrar, pero no. Otra vez los pescadores deportivos en vez de levantar la copa para recordar todas las buenas y malas pescas que realizaron a la largo de su vida, se espantaron con las imágenes y comentarios que se divulgaron por las redes sociales. 

Otra vez la maldita industria provocó una masacre en el río Salí. 

Otra vez la ignorancia y desidia de algunos funcionarios del Gobierno ponen en jaque el esfuerzo de muchos. Tristísimo.

A saber. Mientras realizaban su tarea habitual, un grupo de trabajadores descubrió una alfombra de peces muertos en el río Salí, en el lugar conocido como Barranca Colorada, a pocos kilómetros del dique La Aguadita. 

La masacre, según se sospecha, se produjo durante este último fin de semana.

Al parecer, siempre según las sospechas de los especialistas, están bajo la mira las citrícolas que se encuentran río arriba que habrían arrojado desechos tóxicos al cauce del Salí que, por estos días es ínfimo, a pesar de que el nivel de El Cadillal baja diariamente y su estado realmente asusta, por lo que muchos se preguntan a dónde va a parar el agua que le están robando al espejo.

La combinación de desechos industriales y poca agua fueron una bomba para la fauna ictícola del río. Sábalos, bagres y bogas murieron al quedarse sin oxígeno. 

La Dirección de Flora y Fauna está al tanto de la situación y prometió realizar una investigación. La Secretaría de Medio Ambiente, por ahora, está en silencio.

Si esa información le provocó dolor y bronca, espere enterarse de lo que ocurrió en el río Los Sosa. 

El viernes se abrieron las dos compuertas del espejo para que, según trascendió, un grupo de canotaje pudiera practicar el deporte durante este fin de semana.

Lo que los deportistas no sabían y los responsables de abrir las compuertas mucho menos es que al liberar el agua, mataron los miles de alevinos de truchas que fueron sembrados hace menos de un mes por personal de Flora y Fauna y limpiaron las ovas que de manera natural depositaron los salmónidos en pleno ciclo reproductivo.

“La especie sabe protegerse ante una creciente natural, porque el volumen de agua va incrementándose paulatinamente. En este caso, el incremento es inmediato y no les da tiempo para encontrar un refugio. Es una lástima”, dijo un especialista en la materia.

Pero lo que resulta más increíble aún que el Estado, que tiene control en el manejo del agua de los ríos y diques de la provincia, haya arruinado lo que hizo otra repartición. 

Para que quede claro: la Dirección de Flora y Fauna gastó dinero para comprar las ovas de truchas y lograr que nacieran en la estación de Salmonicultura de El Mollar; invirtió en alimentos para que crecieran y, por último pagó el traslado de los juveniles cuando las liberaron.

Y, por culpa de la incomunicación entre dos reparticiones, todo el esfuerzo y el dinero del Estado se los llevó la corriente. 

Sólo en Tucumán puede pasar algo así.


por Gustavo Rodriguez
para La Gaceta


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