Horacio Pascuariello de Crónica Pesca
estuvo en Paso de La Patria y nos cuenta
los resultados con los Dorados en esta nota
por Horacio Pascuariello
para Crónica Pesca
La cita en esta apacible pobla- ción de nuestro norte corren- tino tuvo la la intención de reflejar la experiencia única que nos brindan las grandes especies de nuestro río Paraná cuando le disputamos sus territorios mano a mano, utilizando equipos livianos. Además pusimos a prueba toda la sabiduría y el conocimiento de quienes habitualmente tienen que encontrar- los entre sus milenarias correderas que forman sus lechos de piedras. Este tradicional complejo hotelero siempre nos recibe en un ambiente familiar, con esa cordialidad propia de los correntinos.
Apenas arribamos, nuestro guía Juan Vásquez ya estaba esperándonos con todo listo. En escasos minutos de navegación estábamos en la zona del planchón para intentar la primera pasada utilizando señuelos de profundidad y media agua. Nuestro espíritu era optimista, pero nunca pensamos que la jornada podía llegar a tanto. En apenas una hora de pesca, la fuerza del tigre del Paraná ya nos había hecho vibrar en dos ocasiones. Y por esas cosas de suerte y algo de talento, pudimos disfrutar de esa adrenalina única de capturar el pez y, tras fotos y filmación, devolverlo a su hábitat natural.
En busca de más emociones nos trasladamos a la reconocida zona de los cables -así llamada por estar atravesada por un tendido de alta tensión-, donde nos encontramos con un espectáculo inesperado: un cardumen de dorados nos recibía con saltos y acrobacias en un show que solo el Litoral y su exuberante naturaleza puede brindar. Lo que no supimos interpretar era que en realidad se despedían de nosotros porque ya no permitieron que los volviéramos a engañar.
Con el corazón lleno, decidimos que era momento de dedicarnos a disfrutar de un almuerzo que nos devolviera las energías, con anécdo- tas de por medio, y mientras degustábamos la vianda la jornada iba terminando con un atardecer multicolor sobre el río Paraná. Sin embargo, antes de emprender el regreso, notamos una calma que nos puso expectantes y decidimos hacer unos últimos intentos.
El premio a nuestra paciencia no se hizo esperar y dio la oportunidad de revancha con un pique feroz que nos entregó a esa lucha prodi- giosa que nos elevó la moral, permitiendo que se nos dibujara una sonrisa eterna en el rostro. Tres capturas de entre 8 a 11 kilos, todos devueltos con una salud propia de la grandeza del dorado. Este sí fue el final que queríamos, el que nos dejó con las ganas de regresar.
Como siempre, la atención de Cabañas Don Julián de la familia La Fuente en cada detalle y ese recuerdo imborrable de los seres queridos que ya no están permiten reencontrarnos con esas satisfacciones que solo la pesca deportiva logra: la amistad, el dorado y el contacto con la naturaleza. Agradecemos este relevamiento a nuestro amigo Adrián Ayala, director de www.chamigoproducciones.com.ar.
Apenas arribamos, nuestro guía Juan Vásquez ya estaba esperándonos con todo listo. En escasos minutos de navegación estábamos en la zona del planchón para intentar la primera pasada utilizando señuelos de profundidad y media agua. Nuestro espíritu era optimista, pero nunca pensamos que la jornada podía llegar a tanto. En apenas una hora de pesca, la fuerza del tigre del Paraná ya nos había hecho vibrar en dos ocasiones. Y por esas cosas de suerte y algo de talento, pudimos disfrutar de esa adrenalina única de capturar el pez y, tras fotos y filmación, devolverlo a su hábitat natural.
En busca de más emociones nos trasladamos a la reconocida zona de los cables -así llamada por estar atravesada por un tendido de alta tensión-, donde nos encontramos con un espectáculo inesperado: un cardumen de dorados nos recibía con saltos y acrobacias en un show que solo el Litoral y su exuberante naturaleza puede brindar. Lo que no supimos interpretar era que en realidad se despedían de nosotros porque ya no permitieron que los volviéramos a engañar.
Con el corazón lleno, decidimos que era momento de dedicarnos a disfrutar de un almuerzo que nos devolviera las energías, con anécdo- tas de por medio, y mientras degustábamos la vianda la jornada iba terminando con un atardecer multicolor sobre el río Paraná. Sin embargo, antes de emprender el regreso, notamos una calma que nos puso expectantes y decidimos hacer unos últimos intentos.
El premio a nuestra paciencia no se hizo esperar y dio la oportunidad de revancha con un pique feroz que nos entregó a esa lucha prodi- giosa que nos elevó la moral, permitiendo que se nos dibujara una sonrisa eterna en el rostro. Tres capturas de entre 8 a 11 kilos, todos devueltos con una salud propia de la grandeza del dorado. Este sí fue el final que queríamos, el que nos dejó con las ganas de regresar.
Como siempre, la atención de Cabañas Don Julián de la familia La Fuente en cada detalle y ese recuerdo imborrable de los seres queridos que ya no están permiten reencontrarnos con esas satisfacciones que solo la pesca deportiva logra: la amistad, el dorado y el contacto con la naturaleza. Agradecemos este relevamiento a nuestro amigo Adrián Ayala, director de www.chamigoproducciones.com.ar.
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