viernes, 15 de febrero de 2013

Arroyo Tanti: grandes emociones usando equipos ultralivianos


Interesante nota de Viva la Pesca del Diario Popular
en la que Wilmar Merino nos cuenta detalles
de la pesca con equipo ultraliviano en Tanti ~ Córdoba




Afinando equipos podemos hacer realidad aquello de que “equipos livianos hacen peces más grandes”, en un ámbito de pequeñas estructuras que deben trabajarse con sutileza a la hora del ocaso, que indefectiblemente es el mejor momento del pique.

Cuando hablamos de tarariras en Córdoba, pensamos casi siempre en opciones rendidoras y con piezas de grandes portes como pueden darnos en lugares específicos el dique Pichanas (cerca de Villa de Soto), o el más popular Dique San Roque, en el Valle de Punilla. En general, estas opciones requieren de guías que conozcan los puntos específicos donde la especie come tranquila, lejos del ruido del turismo, que en plena temporada abunda. Sin embargo, la provincia mediterránea también nos brinda opciones mucho más al alcance de la mano, y perfectamente compatibles con el veraneo familiar. Es decir que aprovechando ciertos horarios puntuales y restando tiempo mínimo a la familia, podemos disfrutar de un ratito diario de nuestro esparcimiento en una divertida modalidad del pesca: el ultraliviano.

El concepto de la pesca ultraliviana es muy simple: minimizar equipos para "maximizar" el tamaño de los peces. En otras palabras, multiplicar la diversión aumentando el riesgo, pues al usar equipos chicos el pez tiene mayores chances de darnos una batalla pareja.

Este tipo de pesca fue la que practiqué la semana pasada en el arroyo Tanti, que lleva sus aguas al lago San Roque. En el transcurso de este pequeño curso, que suele estar fragmentado cuando está bajo dejando piletones aislados conectados por pequeños hilos de agua y cascaditas, las taruchas sobreviven como pueden, haciendo gala de una estoica resistencia hasta que llegan las grandes crecientes, que como en todo río de montaña, llegan de golpe, aumentando drásticamente el caudal del curso e interconectando estas "peceras" produciendo un consecuente trasvaso de peces entre ellas.

La zona elegida para la pesca fue el tramo del río que atraviesa las 140 hectáreas de la Colonia de Vacaciones del Banco Provincia, sensacional complejo donde se puede ir a pasar unas regias vacaciones dejando a la familia divirtiéndose en las piletas o el polideportivo mientras despuntamos el vicio.

Aquí el río Tanti presenta las características antes descriptas de mostrarnos cursos con diferencia de caudal y entonces la pesca se hace "peinando" cada piletita. Sin embargo, la experiencia de haber pasado varios días allí me indicó que eran vanos los intentos de obtener taruchas o grandes bagres durante el día, ya que estas especies salían a comer al caer el sol, donde se mostraban activas y -especialmente las tarariras- hasta se dejaban ver.

Así las cosas, tras dos o tres días de intentar cobrar algo en los horarios de máximo calor, desistí y opté por aprovechar la pequeña franja de luz decreciente que va desde las 19 a las 20.45, donde ya casi nada se veía. Y los resultados fueron óptimos. Usando una cañita de spinning ultraliviana a la que le monté un reel Shimano Sienna cargado con multifilamento del 0,20, logré varias taruchitas de 500 gramos al kilo (tamaños habituales) que me brindaron magníficas peleas.

Estos laguitos que ofrece el río están poblados de elodeas y otras plantas acuáticas, proveyendo refugio a la tarucha, por lo que hay que tratar de trabajar los artificiales pegado a las paredes de plantas o en los pequeños claros que quedan entre las mimas, y esperar un sorpresivo ataque.

La zona más rendidora resultó la de las viejas piletas balnearias de la Colonia, famosas por ser asentamiento de grandes tortugas acuáticas, pero en rigor de verdad, caminando el tramo del río hacia arriba, o pasando la zona denominada El Cañón, hay magníficos ámbitos donde el ritual de la cacería al ocaso se repite, incluso a pez visto.

Los señuelos clave para lograr capturas fueron pequeños spinner baits (los tamaños más chicos que consigan), las célebres cucharas Mepps Black Fury en tamaños 1 al 3, y montajes personales de gomas en formato calamar o pulpito con hélice adelante, que nos proveyó nuestro gran amigo El Viejo Pacú, allí en el Km. 41,700 de la Panamericana (colectora mano a Campana) y que ya nos habían dado magníficos resultados en San Pedro y otros pesqueros. No olvidar colocar siempre un pequeño leader de acero de 10 cm, pues aunque pequeñas, las tarus presentan la misma voracidad de los ejemplares adultos y he perdido varios artificiales por corte.

Hemos visto, por desgracia, que gente que usaba equipos convencionales y pescaba con boyas y encarnando con carne o mojarras, lograba algunos bagres y taruchas pero también enganchaba tortugas de agua, hecho lamentable que solía terminar con el reptil provocando un corte de nylon (pero quedándose con el anzuelo). Esto no ocurre en la pesca con artificiales, donde el movimiento constante de éstos evita tales circunstancias. Afinando aún más los equipos, usando pequeños jiggs de látex o mosqueando, las agresivas chanchitas y mojarrones brindarán emociones a pescadores más sutiles, agregando nuevos atractivos en envase "mini" a la propuesta.

Así las cosas, sin hablar de un gran pesquero que justifique un viaje por sí solo, no deje de aprovechar su descanso de verano llevándose un equipito ultraliviano entre el equipaje. Verá que con taruchitas esquivas y astutas, podrá agregar a la pesca entre los múltiples atractivos que ofrecen las sierras, aprovechando su descanso en familia y sin dejar de despuntar el vicio. 

Fuente: Viva la Pesca de Diario Popular


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