Una modalidad particular que asemeja la captura
de estos delicados peces, los Pacúes, con la pesca con mosca
Hablando del Pacú con carnada, el súmmum total es la pesca al golpe. Un spinning para peces omnívoros, realizado con frutas naturales o bolitas de masa. Mientras se garetea en total silencio por bellísimos riachos con selva en galería, se lanza con precisión a la guarida de los peces, pasándoles la carnada con la delicadeza que un mosquero pasa una ninfa por el hocico de una trucha. Los lances se suceden, y la fauna del lugar se nos muestra en cada meandro en forma de monos, yacarés, carpinchos y aves de todo tipo.
Un gran sitio para disfrutar de esta técnica refinada es Bella Vista, ubicada en el noroeste de Corrientes. A una ciudad cada vez más turística y pujante, se le suman algunos de los mejores pesqueros del Paraná, como los sistemas de los ríos San Lorenzo o Pacucito, o las correderas de Itá Sirí. En una cancha de pesca tan enorme y laberíntica, dar con los esquivos “cerdos de río” puede ser una tarea titánica. Un gran guía es fundamental, y contar con el respaldo del amigo Carlos Viccini es toda una garantía con los pacúes.
Para el momento de nuestra llegada el río se encontraba algo bajo y turbio, con el clásico aporte sedimentario del Bermejo en verano. Pero los arroyos que drenaban aguas negras de los esteros interiores estaban de maravillas. El panorama se complicó con una lluvia de 300 mm que ensució todo a dos días de nuestra llegada. Fue chocolate sobre chocolate. A pesar de este panorama adverso pudimos efectuar una pesca trabajada, pero llena de aprendizajes.
Buscando pacúes
Con un pez tan sensible, pescar con el motor apagado es fundamental. Tras una acelerada, tengan la seguridad de que por 200 o 300 metros no picará ningún pacú. Se pesca en deriva, aguas abajo, corrigiendo la distancia a la costa con la ayuda de un motor eléctrico. La mecánica de la pesca al golpe es muy exigente, e implica manejar con destreza varios puntos. El primero es la precisión: si no podemos poner el encarne en el lugar justo, y quedamos corto o caemos permanentemente en los árboles, despidámosnos de toda chance.
Otra parte vital es leer las aguas, discrimar donde el Pacú puede está acechando su alimento. Entre los sectores más rendidores están las sombras que proyectan los árboles sobre el río, mucho mejor si se trata de frutales en verano. Son accidentes que imponen mucha precisión, bajo las ramas. Otros sitios muy buenos son desembocaduras de arroyos de agua negra, balcones de camalotes, pequeños remansos o mordidas en la costa como barrancas (limpias o cubiertas de enredaderas). Los Pacúes comen alimento derivando en la corriente, pero gustan descansar en agua lenta. Por ello, en las costuras de ambos tipos de aguas puede haber muy buenos ejemplares.
Nota completa en la edición 485 de Weekend, febrero de 2013
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