A la altura de Berisso se da una pesca única
de pejerreyes que superan el kilo de peso
Este lunes (15-07) nos visitaron nuevamente amigos de Bragado con ganas de
pescar los hermosos termos del Río de la Plata, y para no defraudarlos,
hacia allá fuimos.
Después de un fin de semana con condiciones
climatológicas que dificultaron la pesca, ya que el viento reinante fue
moderado del sur oeste, la situación nos obligó a pescar cerca de la
costa.
La cita fue como siempre en Marinas del Sur-Berisso, y la
mañana nos recibió con vientos leves del sur y los muelles blancos de
escarcha después de una gran helada.
Tras abordar la embarcación
“Nueva Jerusalén”, nos dirigimos a la costa ubicada en frente de Marinas
a buscar a los pescadores, que nos esperaban ansiosos en esta salida de
pesca.
Se necesitaron unos minutos más de navegación para dar el
rol correspondiente en Monte Santiago, algo muy importante para el que
quiere salir por el Puerto La Plata con todos los elementos de seguridad
al día y papeles de la embarcación, más carnet de timonel.
Ya con todo en regla navegamos con un río en inmejorables condiciones hasta la cancha elegida para esta ocasión.
Arrojamos las anclas de capa por proa y popa, y cebamos con aceite de pescado hasta obtener una buena calle de ceba.
El
río se encontraba en la segunda hora de bajante y el viento comenzó a
rotar al este, así que el garete era muy leve ya que la marea y el
viento eran opuestos.
Armamos los equipos compuestos por cañas
telescópicas de 4 a 4,50 mts, reeles cargados con multifilamento del
0,12 mm, y líneas de tres boyas (chupetonas, palitos, lágrimas), con
bajadas de 5 a 20 cm, anzuelos 3/0.
Encarnamos con mojarra viva y salada pero lo que nos dio mejor resultado fue el filet coloreado de rojo.
El
pique se fue dando espaciado, y por momentos cortado de lindos pejes
que explotaban el agua al ser clavados, y después el disfrute de los
pescadores al sentir la potencia de estos colosos del Río de la Plata.
Los
grandes pejerreyes, en su mayoría juegan con la carnada hasta tomarla,
por eso cuando vemos bular cerca de la boya, ahí nos damos cuenta que
puede ser uno de los grandes, y lo mejor es dejarlo comer y no apurarlo,
para poder clavarlo y disfrutarlo hasta tenerlo en la mano para la foto
de recuerdo.
Terminamos la jornada con el cajoncito lleno y el corazón alegre después de verle la cara a unos cuantos “gran Berisso”.
Servicios:
Fernando Sanchez
Guía de Pesca
Fuente: El Día de La Plata
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