lunes, 30 de noviembre de 2015

Historias: “Más que pescador, un amigo”


Eduardo Quico Gutiérrez es uno de los tantos pupilos
de la pesca santafesina y lo dio a conocer al contar su historia.
Explicó lo importante de ser paciente y las bondades
que tiene un deporte apasionante y vivaz


Eduardo Oscar Ramón Gutiérrez tiene 67 años y es uno de los tantos apasionados de la pesca deportiva en Santa Fe y que, incluso él mismo, no se da cuenta lo que significa en su vida. 

Se arraigó en Santo Tomé en 1980 y de ahí en más siguió escribiendo su historia dentro de una actividad súper convocante y que mueve a decena de adeptos.

Padre de tres hijas (Dulcinea, Pamela y Lorena), recuerda con hidalguía sus momentos pletóricos, ya sea de costa como de embarcado. 

Siempre con el espíritu deportivo como bandera. Hoy, en tiempos donde la pesca va quizás perdiendo injerencia, Quico –como más se lo conoce– apuesta a la recuperación de la actividad a través de sus ideas.

“Esto es una pasión, un hobby, una diversión, pero uno siempre quiere ganar. Por eso se prepara al igual que también lo hizo Santa Fe tantísimas veces y que le sirvió para llevarse un montón de torneos, a través de grandes pescadores. 

Tengo la suerte de haber tenido un maestro, Ángel Caporizzo, quien me enseñó todo lo que hay que saber sobre la pesca deportiva. 

Cuándo y por qué usar el plomo corredizo, que generalmente trabaja mejor cuando hay mucho viento, haciendo que se termine apostando al pique a media agua y no de fondo. 

Pero para llegar a eso fueron muchas horas de práctica. Me vine a vivir a Santo Tomé en el 80 y, junto a mi señora, Estela, compramos la casa a metros del río. 

No concibo que mi vida esté lejos de un espejo de agua que pase frente a mis ojos. Es una satisfacción para mí salir todos los días y ver el río. Es una felicidad”, explicó.

Entre frases para captar y recordar, se tomó un instante para explicar cómo uno sabe cuándo es pescador deportivo: “Hay muchas respuestas. Podría decir que es por vocación. 
La pesca deportiva es como el agua, viene, te besa y se va. Pero si uno lo razona desde otro punto de vista, pienso que uno lo practica por el simple hecho de investigar, porque no es casualidad que siempre sean los mismos los mejores en cada competencia. 

Esto se debe a la prueba constante de opciones. Es una de las esencias del deportista. 

Cómo será que en nuestra mejor época hasta entrenábamos. Muchos se preguntarán de qué estoy hablando. Simple, todos los días nos juntábamos a probar tiros en busca de dónde estaban los peces. 

Algo similar ocurría con la carnada; seleccionábamos las lombrices. Todo era y es un ritual para nosotros”.

Pero eso no fue todo, porque sus conceptos fueron más allá: “Es tan grande mi fanatismo que me cuesta dormir el día anterior sabiendo que me voy a pescar. 

Actualmente estoy un poco alejado de la actividad, pero sigo sintiendo lo mismo. El pescador siempre tiene que sentirse cómodo, porque eso te permite irte satisfecho. 

Hoy veo que muchos de los chicos no saben pescar y se debe a la falta de paciencia e interés. Uno tiene que sentirse bien con lo que hace. Ahí sabés si esto es lo que te gusta. Cuando no te diste cuenta, ya se te hizo una adicción. Hay que dedicarle mucho tiempo. Es inmenso el cariño que se te escapa. Los preparativos son casi un ritual”.

“No estamos aprovechando todo lo que Santa Fe nos da. Hay que explotar lo nuestro. Muchos pueblos tienen cabañas y nosotros no. Entonces hay que fomentar esto. Es como que le prestamos atención a medias. Aquel que lleva un gusto sobre esto lo sabe a la perfección”, acotó.

“El pescador deportivo no se fija en lo que gasta, pero es verdad que otros hacen locura atentando contra su propia economía, que desde ya está mal. Uno lo tiene que hacer cuando sabe que puede. Ir a pescar es un momento glorioso. Cada vez que lo practico siento que me tomo revancha sobre lo que pierdo. Es una enseñanza invalorable”, continuó.

En el cierre de una charla para encuadrar, expuso: “El pescador deportivo tiene un corazón muy grande, que se lo dilató el agua. Sentir la sensación cuando estás a punto de sacar un bicho grande, peleando mano a mano para traerlo, es el fiel reflejo de lo que transmite. 

El pescador sueña, es un conservacionista por excelencia y un enamorado de la naturaleza. Pero lo más importante, más que pescador, es un amigo”.

Un montón de recursos



Visitador médico de profesión, Quico vive pendiente de lo que pasa en la región. De los campeones y los fanáticos. Ya jubilado y, con un poco más de tiempo para reencontrarse con su amor por la pesca, también tiene otros pasatiempos: fabrica facones.

Con una variedad sin igual, se da mañas para todo y, como toda persona de bien, lo hace para sentirse mejor y reconfortado. Además, baila folklore y hace tareas de mimbrería. Su vida no solo es una caña y un reel, sino también un canto al ingenio.


Fuente: Diario UNO


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