El pique veloz de las flechas de Las Perdices

Wilmar Merino de Viva la Pesca navegó la

Laguna Las Pedices junto a un grupo de amigos

y nos cuenta los resultados en esta nota

A sólo 116 km. y en una mañana de pesca, nos divertimos con estos pejes muy astutos que toman muy rápido los cebos y obligan al pescador a estar muy atento para clavarlos. Rindió mejor pescar anclados que al garete.

Pocos meses atrás, cuando visitamos Las Perdices, nos alegró volver a encontrarnos con la especie pejerrey en un ámbito que sufrió mucho por falta de agua.

Queríamos volver a visitarla desde entonces y lo hicimos antes de ayer (apenas 48 horas antes de la publicación de estas líneas), tras dejar pasar la semanita de frío polar que afectó la pesca en varios ámbitos.

Ya sin la presión de pesca de cuando fue "novedad" primiciada por Viva la Pesca, volvimos a este lindo pesquero al que llegamos por Ruta 3 Km. 116, donde se ingresa al camping San Huberto, el de la derecha (lo aclaramos porque hay otro pesquero al lado).

Nos tocó una mañana fresca y ventosa, donde pudimos divertirnos clavando flechas en unas pocas horas disponibles antes de volver al diario.

Con un bote ancho y cómodo, las mojarras aprontadas y el mate a punto, arrancamos a marcha lenta saliendo por el callejón de juncos hecho por la gente del San Huberto, hasta el claro principal. De allí rumbeamos a la izquierda en busca de una zona donde desaguaba el arroyo California, al reparo del fuerte viento.

Armamos cañas muy sensibles, como la Sensitive de Tech o la Minotauro de Surfish, con reelcitos Shimano Sienna con multi fino Power Pro Super Slick 8 (el nuevo, mucho más sedoso) y tiramos aparejos convencionales de tres boyas y un par de líneas paternóster para buscarlos bien abajo.

Los mejores resultados, en la primera hora, se dieron en los paternóster: pejes de medida picaban en la brazolada más pegada al fondo, señal de que el frío los tenía medio alterargados.

Medí la temperatura con un termómetro y a 20 cm. de la superficie marcaba 10 grados. Entendimos que lo mejor iba a empezar cerca del mediodía, cuando el sol calentara un poco el agua. Lo bueno es que el frío también desactivó los dientudos, por lo que prácticamente cada pique correspondía a un peje.

Luego nos movimos hacia la zona donde desagua la compuerta de la laguna de Monte. Este sitio podemos identificarlo, siempre hacia la izquierda de la laguna, por dos palmeras altas que son visibles desde muy lejos.

Anclamos a unos 500 metros de las mismas en la pasada de agua, y empezamos a tener mejores respuestas a flote: Roberto Gil se lució con lindas flechas cobradas con su aparejo de boyas blancas. Creer o reventar, los piques se multiplicaban en su línea mientras con Cristian no teníamos respuestas.

En conclusión, recordando aquello de "el que trabaja arriba gana abajo del agua", todos terminamos poniendo aparejos de boyas blancas, y llevando las brazoladas a 35 cm., que era donde mejor tomaban los pejes.

Combinar una mojarrita enhebrada y otra colgada de la colita contribuía a ofrecer un cebo atractivo para tentar pejes. Así, hicimos una cosecha de varios de medida a 30 cm., con algunos más chicuelos para devolver. La clave, clavar justo: el peje come rápido, toca y larga.

Seguramente con un par de grados más tras una rachita de días de calorcito, Las Perdices activa mucho más esa cantidad de pejes que en mayo veíamos bular en superficie y ahora se guarecen buscando el fondo y los juncos.

Sobre el final de nuestra media jornada, pasando el mediodía, hicimos un garete hacia el centro de la laguna cobrando los pejes del estribo, pero el viento en aumento hacía que ni con ancla de capa y "muerto" arrastrando el fondo pudiésemos garetear cómodos, así que dimos por concluida la jornada.

Las Perdices, acá nomás, lo espera con pejes astutos que hay que pescarlos porque no se regalan.

Vaya y disfrute.

Fuente: Viva la Pesca de Diario Popular


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