Viva la Pesca de Diario Popular
nos presenta un Relevamiento del
Pesquero Don Eduardo, sobre el Río Salado
Rompiendo la media habitual que casi siempre es de pejes chicos y
medianos, esta vez a la caída del agua de la cascada aparecieron los
grandecitos. Claves para trabajar este pesquero costero.
Hablamos de Don Eduardo, en el Km 166,5 de la Ruta 2, con acceso yendo de Capital por la autovía hasta desviarnos justo antes de acceder al guardrail para cruzar el Salado, y llegando al río, pasando por debajo de la autovía en dirección al mar unos pocos metros.
Allí podremos dejar el auto a resguardo y desplazarnos en una amplia franja costera. O bien, como hizo don Jorge López, el "biguá" de la Ruta 2, quedarse a esperar los pejes a la caída de la cascada que produce el salto de agua generado por la acción de las dragas.
Las obras hidráulicas tendientes a convertir al Salado en una barredora más eficiente, socavaron el fondo del Salado aguas abajo hasta llegar al puente, produciendo el mencionado salto de agua que hace que tanto el peje residente del Salado como el que entra desde el Río de la Plata, puedan remontar hasta allí y se vea imposibilitado de subir aguas arriba.
Por eso este punto suele concentrar varias especies a lo largo de las estaciones: pejerreyes y carpas todo el año, lisas y algunas especies marinas como corvinitas y lenguados pequeños, sumando dorados y bogas, en verano.
En esta oportunidad, el amigo Jorge López concurrió con su pata de siempre Pablo Kende a relevar este ámbito, tras recibir datos en su puesto de carnadas del Km 71 de la Ruta 2 de clientes que habían hecho una buena pesca en tamaño el día anterior. Y no le mintieron.
Si bien la pesa no fue fácil porque el día elegido hizo mucho frío y el viento jugaba a favor de la correntada dificultando la pesca, trabajando el largo de brazoladas se pudo hacer una cosechita de 12 pejes. Lo importante no fue la cantidad sino la calidad: el más chico midió 30 y el mayor 38 cm.
Se usaron líneas de flote convencionales, con brazoladas de 30 cm lastradas, rematadas en una boyita zanahoria de la que bajan dos brazoladas a distinto rango de profundidad pendiendo de un esmerillón triple.
Esto permite que -regulando la zanahoria entre nudos corredizos- podamos dar mayor o menor largo a las brazoladas. Se encarnaron dos mojarras por anzuelo. Un paternoster corto también resultó efectivo. La clave, cuando el agua corre tanto, es buscar las zonas arremansadas donde el peje puede estabilizarse y comer.
Y hay que tener en cuenta que estos pejes suelen ser los que entran del Río de la Plata, voraces y bocones. Pero los tradicionales del Salado tienen boca chica y ofrecen un pique muy veloz. Para éstos, que solemos encontrar pegaditos a la orilla o bien tirados al centro del canal para lograr los más grandecitos, conviene usar mojarras chicas o camarón del mismo río que podemos obtener con un copo fino. Boyas sutiles y anzuelitos del 5, harán el resto.
Otro sector rendidor en este ámbito es la curva que se da pasando los cables de alta tensión. Vaya y disfrute.
Fuente: Viva la Pesca de Diario Popular
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