Wilmar Merino nos cuenta en esta
nota de Viva la Pesca de Diario Popular
los pormenores de una salida embarcada
en el Paraná de las Palmas
A 80 km de Capital Federal, el río Paraná de las Palmas entrega hermosos
pejerreyes que se dan en sitios muy puntuales. La nota negativa es la
falta de bajadas de lancha públicas, que obliga a navegar mucho o salir
con un local.
Pero en el caso que hoy nos ocupa, el del Paraná de las Palmas, ayudan a tal situación factores que tienen que ver con la imposibilidad de acceder al río en una pesa de embarcados.
En nuestra reciente visita, donde cobramos magníficos pejerreyes, nos volvimos con la sensación de que dicho brazo del Paraná, a la altura de Campana, merecería tener una bajada de embarcaciones pública y un par de buenos guías operando en la zona. Porque bondades piscatorias no le faltan.
Alertados por nuestro amigo del Semanario del Pescador, Luis María Bruno, de que había grandes matungos a disposición de los pesadores locales que trabajan los juncales cercanos a Campana, realizamos una salida junto a un colaborador de su programa, Alberto Mendoza, quien es socio del Campana Boat Club, único lugar para bajar embarcaciones en la zona.
A primera hora, antes del amanecer, ya contábamos con la lancha en el agua y todo a bordo, pero no contamos con un imprevisto quite de colaboración del sol y del viento.
Porque una espesa niebla apenas nos permitió cruzar el curso hasta la orilla de enfrente, pero no podíamos garetear en esas condiciones, a riesgo de tener un accidente náutico con otra embarcación o algún obstáculo que presentara el río.
Así, tras esperar un par de horas a que despeje, realizamos los primeros intentos en la Panza de la Burra sin resultados.
Luego, nos movimos hacia Vuelta del Este, navegando aguas arriba hacia zonas cercanas a Zárate.
Y finalmente retornamos sin una sola pieza capturada hacia el juncal de Tagsa, aguas abajo de Campana, donde encontramos a Fabio, un colaborador de nuestro anfitrión, peinando los juncales a remo -trabajando a 20 metros de la pared de juncos-. Le preguntamos cómo le fue y nos levantó un hermoso racimo de matungos. ¿Las claves? el hombre pescaba con isoca y bien arriba.
Acortamos brazoladas a 20 cm, encarnamos ese vital insumo que por suerte habíamos conseguido en Capital en Casa El Abuelo, y empezamos a tener suerte en nuestra lancha.
Sólo logramos una media docena de piezas, pero todo peje parejo, de 40 cm para arriba, sin chiquitaje: cada pique era matungo.
Sin dudas, de haber aprovechado el día desde las primeras horas en el lugar adecuado y con el cebo indicado otra hubiese sido nuestra suerte.
Pero para muestra bastó un botón y nos dimos por satisfechos con los bonitos pejes logrados con cañas Spinit y Tech de 4 metros, y líneas de tres boyas esféricas sin puntero impulsor.
La yapa vino al mediodía, cuando Mendoza sacó una parrillita a gas que empezó a hacer chirriar unas lindas tiras de asado que llevó nuestro amigo Bruno. Junto a mi pata en esta salida Roberto Gil, dimos cuenta de un asadito a bordo que tuvo sabor a gloria, mientras nos prometimos volver por más pejes antes de que se acabe la temporada y darle duro a las bogas cuando lleguen los primeros calores.
Cabe destacar que hablamos de un pesquero a sólo 80 km de Capital Federal, con acceso por Panamericana en menos de una hora desde Capital Federal.
Y que no siempre la pesca se da exclusivamente con isoca.
Siempre es bueno contar con una variedad de carnadas y probar nuevos lugares.
Eso hicimos en Campana y nos volvimos chochos de haberle sacado algunos matungos mañosos a este particular pesquero.
por Wilmar Merino
para Viva la Pesca de Diario Popular
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