Breve adelanto de una nota en Weekend de Julio 2014:
La Laguna del Burro ofrece ejemplares cortos y robustos,
pero que oponen atractivos combates. Cómo pescarlos
El partido bonaerense de Chascomús se caracteriza por la gran cantidad de lagunas que posee. Las más conocidas son Chascomús, Las Tablillas, Vitel, Adela, Chis-Chis y El Burro, todas en este momento con muy buen nivel de agua y atractiva pesca. Habíamos recorrido varios espejos con excelentes resultados, pero nos quedaba pendiente la Laguna del Burro. Con la idea de visitarla nos pusimos en contacto con nuestro amigo y gran conocedor de la zona, Jorge López. Nos confirmó el buen momento que estaba pasando el espejo, por lo que no dudamos en ponernos en marcha para relevarla. Viajamos sabiendo que había mucha cantidad de pejerrey, muy parejo en cuanto a tamaño, pero con la característica de que eran ejemplares más cortos de los que habitualmente pescamos, aunque también más robustos y luchadores.
Bien cerca de la superficie
El promedio de los pejerreyes que se capturaban oscilaba entre 27 y 35 cm, con algunos que llegaban a los 37 cm. Pero lo más interesante de esta pesca es que picaban muy cerca de la superficie, entre 15 y los 30 cm. Se trata de una profundidad ideal para practicar este tipo de pesca y la que más atrapa a los seguidores de las flechas de plata. Cuando el pejerrey toma la carnada, las boyas se desplazan más rápidamente y hay que estar muy atento para no errar pique.
Arribamos a la laguna un sábado muy temprano. Nos estaba esperando Eduardo Tomassini, propietario del camping el El Talar, con dos botes y sus respectivos motores preparados. Pero tuvimos que demorar la partida porque había mucha niebla, que complicaría la navegación. El frío era intenso y no existía nada de viento, condiciones climáticas que no favorecen para nada la pesca del pejerrey.
Aproximadamente a la 10 iniciamos la navegación hacia un lugar llamado El Molino. Como el espejo estaba planchado, en unos 15 minutos ya nos encontrábamos en la zona de pesca. La técnica elegida para iniciar los intentos fue el garete, que consiste en dejar la embarcación a la deriva de manera que se desplace por la acción del viento. El tema era que el viento faltó a la cita: no había ni una leve brisa. De todas maneras, arrojamos nuestros aparejos al agua: igual lo intentaríamos. Las condiciones de cero viento, mucho frío y laguna planchada no eran las ideales. Todo un combo que afecta la actividad del
pejerrey: hace que se aletargue y no coma. Pero como la esperanza es lo último que se pierde y teníamos datos de que el clima iba a cambiar, sólo había que tener un poco de paciencia y esperar.
Y así sucedió. A partir del mediodía se levantó viento, la laguna se puso bastante movida y, debido al intenso sol, la temperatura del agua aumentó un poco. El bote empezó a
moverse, pero como lo hacía muy rápido tuvimos que colocar un ancla de capa. Y una vez coordinados todos los movimientos, comenzó a desplazarse a una velocidad ideal. En ese momento empezamos a tener varios piques. Fue común ver a los pejerreyes jugando con las boyas. Y daba buen resultado mover un poco la línea para incitarlos a comer.
Lea la nota completa en la edición 502 de Weekend,
julio de 2014
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