La pesca de lisas nos obliga a saber cambiar sobre la marcha
y esforzarnos cuando las circunstancias lo exigen.
Crónica de una jornada con premio casi sobre el final,
tras un día de frustraciones y padeceres
Esta pesca hecha el jueves 3 no tenía como destino El Palenque. El grupo comandado por Fernández partió desde Mar de Ajó con destino a Siete Tranqueras. Siempre respetando los códigos de abrir y cerrar las tranqueras (de caminos vecinales y propietarios que permiten el paso), para que no escape el ganado, llegaron a destino, pero era imposible tan siquiera ver una lisa. El viento era muy intenso, y en los días anteriores había hecho mucho frío. Por eso cerca del mediodía, decidieron cambiar los planes sobre la marcha y repitiendo el ritual de abrir y cerrar tranqueras se dirigieron al mencionado Palenque.
Así, entre idas y vueltas el grupo integrado por el baqueano Beto, Juan Vilas, el "flaco" Pedome y nuestro colaborador Fernández, llegó al Palenque, donde buscando y buscando encontraron un desborde muy grande que parecía prometedor, pero no había indicios de lisas. El viento dificultaba más aun el poder divisarlas. Pero una vez en el agua y tras media hora de no ver nada y sólo cambiar la carnada por la cantidad de descarnadores que había, cambiamos la lombriz por corazón o peceto coloreado, cortado en tiritas finitas simulando una lombriz, o bien en cuadraditos coloreados, siempre con colorante rojo y en este caso con un poco de purpurina de color plateado. La panza o buche de la lisa anda muy bien también pero en este caso no contábamos con ese cebo. A eso de las 16 y tras 4 horas y casi agotados de andar vadeando con el agua a las rodillas, en diagonal a unos 1.000 metros los 3 que estaban en el agua empiezan a ver saltar unas lisas impresionantes que renovaron sus esperanzas.
Salieron del agua y caminaron por la costa a la altura donde saltaban las lisas y volvieron a entrar al agua hasta la cintura. Empezaron a tirar hasta que pasó lo impensado: el turista y amigo Juan sólo tuvo que parar la caña al ver desaparecer toda su línea y luego de una hermosa pelea y de varias vueltas en círculos de la chica super poderosa, pudieron sacar del agua un lisón de arriba de los 2 kilos y medio. La adrenalina del grupo se disparó de inmediato y las lisas parecieron enloquecer como nuestros amigos pescadores, con corridas, bulos a pocos centímetros de los pescadores y hasta alguno que juró haber sentido que le tocaban las piernas.
Pero... hablamos de lisas. Abundancia y saltos no significan piques constantes. Las "chicas" son muy caprichosas y no querían comer. Sólo se pudieron obtener dos más, pero los tamaños compensaron los padeceres: una pesó 3 kilos y la otra fue más chica que la primera. Al caer la tarde, dieron por finalizada la pesca, cansados pero muy felices por la aventura y por haber coronado con algunos trofeos una jornada que pintaba para el fracaso.
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