Por el momento predomina la pesca con carnada natural,
aunque es posible lograr algunos con señuelos
Una pesca divertida, con los pibes.
Por eso pudimos hacer una pesca muy entretenida, navegando aguas arriba sobre el río Uruguay, hasta rendidores bancos que están frente al Salvador y el río Negro, ríos uruguayos que vuelcan sus aguas en su hermano mayor, el majestuoso río de los pájaros -tal como denominó el poeta Aníbal Sampayo al Uruguay-.
Llegamos a primera hora -por consejo del guía-, con mis sobrinos Alan (14 años) y Axel (9), ambos residentes en Inglaterra pero enamorados de la pesca en nuestro país. Cada vez que vienen piden salir de pesca y nada mejor que complacer a los chicos ante un pedido que nos encanta que nos hagan. Pasamos por nuestro anunciante El Viejo Pacú, en Km. 41,700 de Panamericana, para levantar una porción de anguilas, carnada muy efectiva para dorados, y comprar algunos señuelitos para probar en spinning y bait.
A las 7 estábamos en nuestro destino, tras tomar la ruta de los puentes de Zárate-Brazo Largo (ojo con las cámaras que hacen multa dentro de camionetas apostadas al costado del camino) y doblar en el Km. 155 a la derecha para sortear los últimos 20 km. de asfalto hasta Villa Paranacito.
Luego, la maravillosa navegación por ríos interiores hasta la salida al Uruguay, y de allí varios km. hacia el Norte en busca de los bancos elegidos. Allí pescamos primero una buena cantidad de bagres amarillos para complementar la oferta de carnada con las anguilas. Luego, con plomito pasante, leader y anzuelo número 9, probamos anclados sobre un banco, sin suerte.
Entramos luego al delta del río Negro y allí logramos algunos dorados de 2 a 4 kilos, perdiendo magníficos ejemplares que pudieron más que los chicos (y grandes) y se despidieron tras magníficos saltos donde nos soltaron el anzuelo. Logramos un par de capturas con señuelos, pero no encontramos al dorado acardumado.
Por eso decidimos salir nuevamente al Uruguay, probando nuevos bancos bajos (de 1,50 de profundidad) y trabajando veriles. Allí tuvimos ráfagas de pique en donde todas las cañas tenían pique por igual, tanto en las encarnadas con bagres amarillos cortados en mitades (ver modo de encarne en recuadro de página 18) como en las encarnadas con anguilas.
La clave era clavar haciendo varios pumping (forma repetitiva de clavar una y otra vez hasta que el dorado saltase, señal de que el arpón del anzuelo había penetrado la mandíbula), y luego no perder tensión al recoger. Así logramos media docena de hermosos ejemplares, pero no tuvimos suerte con los grandes de verdad, que siempre lograron zafar.
También pudimos pinchar algunos más con señuelos, pero la pesa con artificiales no fue tan rendidora como la modalidad de pesca tradicional, ya fuera ésta anclados o al garete. Pese a todo, los pibes lograron divertirse en grande. Y si ellos la pasan bien, los adultos disfrutamos la pesca el doble. Vaya y disfrute.
Fuente: Viva la Pesca
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