Una pesca de fuerza, ideal para quienes gustan
de bravas luchas, es la que por estos días
nos proponen los mimosos que remontaron este curso
y se refugian en profundidades máximas.
De noche, el pique aumenta
Partieron de la guardería Giordano, en San Fernando, el pasado viernes, a las 19.30, poniendo proa al Paraná Guazú. Una luna magnífica puso tintes mágicos a una noche inolvidable, haciendo de la navegación un placer extra. En la lancha del guía Fabián Smeail, una Prinz 700 bautizada como Nueva Tierra Pampa, entre mates y anécdotas, se acomodaron los guías Mauro Bíttolo, Matías Plez, el citado Fabián, sin olvidar “al del dato”, don Oscar. El derrotero fue el siguiente: tomaron río Luján, canal Arias, La Serna y Paraná Miní, navegando río arriba hasta el Guazú. Allí fue donde intervino Oscar con toda su sapiencia, orientando al grupo hacia los mejores pozones, pasando el banco del portugués.
Armaron equipos compuestos por caña Silstar Rooster de 2,40 y reeles Tica SeaSpirit SP448R, con línea de un solo anzuelo. Esperaron la creciente, prevista para la 1, momento ideal para el pique. El agua corría con fuerza, y había que hacer trabajar las líneas a una profundidad de 25 mts, por lo que se imponía el uso de multifilamento fino para “cortar” la fuerza de la correntada. Los plomos usados oscilaron en un gramaje de 190 a 230 gramos. La carnada se compuso de calamar en tiras como bocado principal, y funcionó muy bien el combo de este cebo con anchoa o magrú.
El primer plomo en tocar el agua no tardó más de 5 minutos en tener respuesta, cosa que puso muy contento al grupo. Se trató de un bagre de 3 kilos, que fue el primero de unos cuantos, que oscilaron entre 3 y 4 kilos. Smeail tenía problemas para anclar el plomo al fondo, ya que tenía cargado el reel con multifilamento de 60 libras, cosa que producía el arrastre de la correntada, levantando la brazolada. Cambiando por multi más fino, de 35 libras, el panorama cambió y comenzó a tener respuestas al igual que el resto del grupo.
Pero si bien estaban todos satisfechos, la sorpresa llegó en la caña de Mauro, que se arqueó de un modo inconmensurable dando lugar a una dura batalla. El pez buscaba ganar profundidad, convenientemente apoyado en la correntada, haciendo que la tarea de izarlo a superficie se transformara en titánica. Finalmente, tras 10 minutos de pelea que se hicieron eternos, el bocón asomó su lomo plateado en superficie y pudo ser subido a bordo: se trató de un hermoso mimoso de 5,400 kg, pura potencia.
Fue el mayor trofeo de una noche en donde salieron 25 bagres, un número magnífico para un grupo de cuatro cañas. Al aclarar, hora en que otros pescadores recién inician su rutina, estos aventureros se encontraron desandando el camino hecho en la víspera y tocando puerto a primera hora de la mañana, felices de haber compartido una noche entre amigos, a puro pique. Sin dudas, momentos así quedarán para el anecdotario y serán recordados en asados venideros, invitando a la revancha el año que viene con los duros y combativos mimosos del Guazú.
Por último, recordemos que esta especie entra a reproducir, y si bien el número de piezas suele ser abundante, recomendamos limitar al mínimo el número de sacrificio de piezas, dado que los pobres bagres sufren una intensa presión de pesca a lo largo de su migración con fines reproductivos y los verdaderos pescadores deportivos no debemos agravar el problema, sino más bien, intentar combatirlo.
Fuente: Viva la Pesca
de Diario Popular
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