domingo, 3 de mayo de 2015

Amor Dorado, por Crónica Pesca


 Horacio Pascuariello de Crónica Pesca
visitó la Villa de Paso de La Patria,
en busca de un encuentro cara a cara
con los Tigres del Paraná, y nos cuenta
la experiencia en esta nota



Crónica Pesca salió al Paraná, donde nuestro pez nacional reina en el otoño correntino. En la Zona del 15, fueron los primeros piques fallidos hasta que Andrés Bravo sabiamente puso proa al sector de los cables, cuyo fondo de piedras entregó una pieza que sacó un improvisado sapucai a la tripulación.


Cada vez que las circunstancias me lo permiten me dejo llevar por el impulso de su atracción y del sinnúmero de sensaciones que despierta sentir su fuerza y rebeldía. 

El Tigre del Paraná, nuestro pez nacional, nunca se da por vencido y parece encarnar el aguerrido espíritu guaraní cuando se siente acorralado.

Llegar a desafiarlo tampoco es fácil y menos llegar a tenerlo cara a cara; esa virtud queda en manos de los guías, quienes nos pueden acercar hasta él, pero después queda en nosotros tener la destreza suficiente para lograr que el anzuelo quede en su durísima mandíbula.

Esta experiencia pude volver a tenerla en Paso de la Patria, a 30 kilómetros de la capital correntina, donde, invitado por mis amigos del hospedaje La Carlita, compartí este relevamiento con dos colegas, Adrián Ayala (“Viva el aire libre”) y Nestor Boeri (“Expedición nómade”), quienes tomaron las imágenes para sus respectivos programas.

Salimos durante la tarde a sugerencia del experimentado Carlos Bravo, uno de los referentes de la pesca deportiva en esta zona, quien nos brindó toda la logística necesaria y que además acertó con el vaticinio:“Salen grandes”. 

En menos de veinte minutos de navegación estábamos haciendo nuestra primera pasada con grandes mamachas como carnada, que al principio fueron mutiladas por dorados chicos y palometas.

En la Zona del 15 tuvimos los primeros piques fallidos y de a poco nos entró una pequeña desazón, hasta que nuestro capitán, Andrés Bravo, sabiamente puso proa al sector de los cables, cuyo fondo de piedras nos entregó una pieza que sacó un improvisado sapucai a la tripulación. 

Un hermoso dorado de aproximadamente 8 o 9 kilos le arqueó por completo la caña a Néstor, hasta que, después de unos saltos y corridas, salió a la superficie.

Más animados, volvimos por el mismo lugar para dar con un ejemplar excepcional, muy saludable y con un peso que estimamos en más de 12 kilogramos, que después de mostrar sus impresionantes dientes a las cámaras volvió al agua. 

La experiencia terminó con un majestuoso atardecer y nosotros a contraluz, fallando y concretando nuevos piques con la incertidumbre histórica de saber cómo habría sido ese que se nos escapó, ya que el último ejemplar que no llegamos a ver cortó en una breve lucha ¡un nailon del 0/50! 

En mi caso, es una buena razón para volver. 

Por informes, buscá en Facebook La Carlita Casa de Huéspedes. 


por Horacio Pascuariello
para Crónica Pesca


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