jueves, 8 de mayo de 2014

Descubriendo El Churqui, por La Gaceta


Gustavo Rodriguez desde La Gaceta
nos tare el relato de un grupo de Tucumanos que
se aventuraron en una salida hacia Termas,
decubriendo un paraíso de pesca

 
Sobre pesca hay mucho escrito, pero uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los deportistas es encontrar el lugar ideal para disfrutar de una buena jornada. Así lo entendieron un grupo de tucumanos que, prácticamente sin querer, descubrieron El Churqui, un paraje que les regaló muchísimas emociones.

Marcos Barrionuevo, José Albornoz, Carlos Moya, Sebastián Bueno y Juan Navarro, como normalmente lo hacen muchos pescadores, viajaron a Termas de Río Hondo para probar suerte. Se detuvieron en un casa de venta de artículos de pesca y preguntaron dónde podían ir. Allí escucharon por primera vez en su vida el nombre de ese sitio que, según cuentan los más veteranos, es uno de los clásicos del río.

"Está nueve kilómetros aproximadamente de la ciudad. Es en el extremo noreste y se llega transitando por caminos que están en muy buenas condiciones porque allí funcionan varias canteras donde se extraen áridos. Todo el mundo lo conoce, por lo que no es difícil encontrar", explica Barrionuevo en un charla con Hay Pique.

Al llegar los pescadores se encontraron con un paraíso. En determinadas zonas había pozos y en otras, el río se ensanchaban dejando especies de esteros. "En la pesca no fue muy bien porque logramos capturar tarariras de entre cuatro y cinco kilos, bagres y bogas. También tuvimos piques de dorados, pero no logramos concretar ninguno", cuenta el tucumano.

Barrionuevo, con tristeza, reconoce que los lugareños asisten a ese lugar en busca de los amarillos. "Lamentablemente no entienden que está en veda. Se los puede pescar, pero ellos no los devuelven, como debería ser. No aprenden de los tucumanos que se quedaron sin esta especie en los ríos y ahora tenemos que viajar muchísimo para encontrar uno", dijo con tono de amargura.

Barrionuevo cuenta que utilizaron equipos medianos y grandes porque así se lo exigían las condiciones del lugar. "Tiramos con chicotes de acero de unos 50 centímetros, tanza del 50 y plomos de entre 50 y 100 gramos.

De carnada, utilizamos anguilas y cornalitos, porque no había mojarras en el lugar", explicó.

El balance que hicieron los pescadores fue más que positivo. "No es fácil encontrar un lugar que te regale tantas emociones a menos de dos horas de tu casa. Por suerte lo descubrimos", concluyó Barrionuevo.


por Gustavo Rodriguez
para La Gaceta


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