Wilmar Merino de Viva la Pesca,
fue en busca de los Sábalos de la Costanera,
y este pesquero porteño le ofreció buenas piezas
Tiene fama de no tomar cebos, pero nada más lejos de la realidad. Encarnando masas podemos lograr magníficos sábalos en un pesquero emblemático de Buenos Aires que, además de cercano, es barato y rendidor.
La Costanera Norte porteña fue la gran escuela de todos los pescadores que hoy por hoy tenemos la chance de visitar otros lugares viajando para pescar mejor. Y lo sigue siendo, puesto que revisitarla en su cambiante geografía, nos presenta nuevos desafíos por descubrir.
En este caso, fuimos a pescar "el pez que no pica", el sábalo, especie habitualmente pescada con prácticas antideportivas como el "patejeo" o la captura con red. Pero atendiendo a la sutileza de su pique y con una masa adecuada, sacarlo también es posible.
Solo hay que armarse de paciencia. Y encontrar un lugar donde la especie esté acardumaday abunda. Ese lugar lo encontramos en la rotonda del barco hundido, en costanera norte, a unos 800 metros del Club de Pescadores de Buenos Aires. En el lado que mira hacia Pescadores, y que a pocos metros tiene la salida del arroyo Maldonado (que va por debajo de la Av. Juan B. Justo), hay un rincón en el que se amontonan sábalos, carpas y bogas.
Precisamente allí tiene su puesto de venta de gaseosas Mario, uno de los tantos personajes que tiene la fauna humana de la Costanera Norte, y que también vende una muy buena masa para pescarlos dado que él se entretiene todo el día haciendo lo propio y la tiene bien testeada.
Nosotros, llevamos la propia. Y armamos cañas Tech Tomahawk Wilmar Merino de bait de 7 pies y las Shimano Voltaeus, con reeles de perfil bajo tipo Tech Luxor o Shimano Cítica cargados con nailon (es conveniente el nailon sobre el multi para no provocar roturas de labios) del 0,26. Usamos las líneas coreanas con resorte y tres anzuelos sobre las que encarnamos una bola de masa del tamaño de una pelota de ping pong.
Y también usamos líneas convencionales de dos anzuelitos, encarnados con dos variedades de masa distinta, una dulce y otra picante, para ver cual era el "menú favorito del día". De entrada, un pique, una clavada y un aflojón que indicó que el pez logró fugarse. No supimos si era sábalo o boga.
Al tiempo, otro pique frenético, que nos hizo pensar que era una boga, pero resultó un soberbio bagre amarillo tentado con la masa. Finalmente llegó la hora de las emociones: un pique a desgano, como no queriendo llevar, símbolo del chupeteo "in situ" que hace el sábalo sin el clásico arrastre de la boga. Y allí si, la clavada certera, el arqueo de la Shimano Voltaeus y una batalla descomunal con un sabalote de 1,5 kilos que vendió cara su derrota hasta que lo introdujimos en el mediomundo.
Primeras fotos y a devolverlo. En este punto queremos hacer también un llamado a la conciencia del pescador: al pescar desde paredones altos o muelles, no hay que devolver las piezas arrojándolas, sino bajarlas suavemente con el mismo mediomundo con el que la izamos y permitirle salir del mismo por sus propios medios una vez recuperada. Esto evitaráque estallen en el pez órganos internos como la vejiga natatoria, produciéndole la muerte.
Y si bien no sirven para consumo humano, pescarlos, es sin dudas divertido. Y a la primera captura le siguieron dos más, que les dejamos hacer a chiquilines que se habían arrimado a nosotros. Luego, una regia boga y al final otro sábalo de gran tamaño.
Las masas dulces y las picantes, anduvieron por igual, al igual que la del inefable Mario. Hecha la pesca y con el sol apretando fuerte, al mediodía nos despedimos de Mario y nos fuimos a matar el hambre a otro clásico de la costanera: el puesto de choripán.
Un dato: el sábalo representa el 60% de la biomasa de la cuenca Parano- Platense, hecho que le hace bien ganado su mote de ser el "pan del río".
Ojo, no los consuma
El sábalo es una de las especies más contaminadas de la cuenca Parano-Platense y por tanto no debe consumirse pues en sus tejidos grasos se almacenan componentes cancerígenos como metales pesados y bifenil policlorados.
por Wilmar Merino
para Viva la Pesca /// Diario Popular
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