La Gaceta nos informa sobre
la triste situación que atraviesa Pueblo Viejo,
tras la acción de los depredadores
Dolor, bronca e impotencia. Eso es lo que siente cada pescador que recorre el Pueblo Viejo intentando capturar alguna trucha. De nada sirve el esfuerzo traducido en horas de caminatas, el hombre, en poco más de dos meses, se encargó de destruir todo.
“En octubre y en noviembre vinieron un montón. No le dieron respiro al río”, cuenta alarmado el cuidador de los piletones. “Se llevaban todos, hasta truchas que parecían mojarras”, agrega espantado.
Pueblo Viejo no es un lugar más para la pesca de truchas. Durante años regaló emociones y ejemplares de gran tamaño. Sin embargo, en la última década, comenzó a sufrir el castigo de los depredadores.
Con buen tino, en julio pasado, las autoridades de Flora y Fauna decidieron sembrar el río para recuperar la población de salmónidos. Sin embargo, los pescadores no supieron valorar esta acción y hoy por hoy, el Pueblo Viejo está más golpeado que nunca.
“No hubo controles y la gente se llevó todo”, explica el testigo que sospecha que hubo muchos que también colaron el río con redes, aprovechando que el caudal del río era bastante bajo. “Cuando comenzaron las lluvias dejaron de venir”, agrega.
Algunos creen que, al llevar más agua el río, se dificultó la pesca y muchos renunciaron. Otros directamente opinan que los furtivos dejaron de perseguir las truchas para dedicarse a los sábalos y dorados que comenzaron a remontar los ríos del sur de la provincia. Triste, como el presente de Pueblo Viejo.
por Gustavo Rodriguez
para La Gaceta
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