Te presentamos un breve anticipo de
una nota de Diego Flores, con muchos
detalles, consejos y trucos para
la pesca de Grandes Truchas Marrones,
publicada en Revista Weekend de Noviembre
Todos los detalles para convertir en realidad el sueño de cualquier mosquero: capturar una marrón de las grandes.
Los mejores momentos, el equipo y la técnica a emplear.
Para los pescadores del centro y norte de la Patagonia, las grandes truchas marrones son pasión de multitudes. Sobre todo tratándose del río Limay, espina dorsal de la cuenca más rica en ambientes poblados de salmónidos. Estas truchas marrones no son peces fáciles, requieren conocimientos y una técnica depurada. Y su captura, de alguna manera, marca la estatura deportiva de un pescador.
Tratándose de peces que realizan todo su ciclo en agua dulce, un ejemplar importante es aquel que supera los 3 kg. Más de 5 kg se considera excelente, y sobrepasar la barrera de 7 kg sobresaliente. Eventualmente pueden salir, aunque en forma excepcional, ejemplares cercanos a los 10 kg.
Estas atractivas marrones pueden dividirse en dos grandes grupos: residentes y migradoras potadromas. Las residentes viven prácticamente toda su vida en el río, mientras las migradoras son originarias de grandes lagos o embalses, y solo usan los ríos para reproducirse o como nursery, en sus primeros años de desarrollo.
Disminución de residentes
Hace décadas, una importante cantidad de truchas eran residentes, pero en la actualidad han disminuido por la falta de cuidado y un manejo ambiental incorrecto. Hoy la enorme mayoría son migratorias, que ingresan a los ríos durante su migración reproductiva.
Tratándose de marrones grandes, existen tres momentos bien marcados en la temporada: principios, centro y final. Podríamos considerar como inicios a noviembre y principio de diciembre. En este momento, con aguas altas y frías, podemos encontrar
en los ríos marrones frescas o plateadas, provenientes de los lagos, con una suerte de “free pass” alimentario. Una de las razones principales es la gran cantidad de truchitas arco iris recién emergidas de sus nidos de grava, y que son un bocado irresistible.
A mediados de temporada, entre enero y febrero con aguas bajas y cálidas, los únicos peces disponibles en los ríos son residentes. Las grandes residentes, por su escaso número y lo pícaras que las vuelve la presión de pesca, son las más difíciles. En la actualidad, un residente de más de 3 kg es un verdadero trofeo. Tras ellas es indispensable elegir muy bien el lugar, y pescar en los extremos del día (amanecer y atardecer). Este es el momento en que se activan para cazar a sus presas, y la penumbra las hace más fáciles de engañar.
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Tratándose de peces que realizan todo su ciclo en agua dulce, un ejemplar importante es aquel que supera los 3 kg. Más de 5 kg se considera excelente, y sobrepasar la barrera de 7 kg sobresaliente. Eventualmente pueden salir, aunque en forma excepcional, ejemplares cercanos a los 10 kg.
Estas atractivas marrones pueden dividirse en dos grandes grupos: residentes y migradoras potadromas. Las residentes viven prácticamente toda su vida en el río, mientras las migradoras son originarias de grandes lagos o embalses, y solo usan los ríos para reproducirse o como nursery, en sus primeros años de desarrollo.
Disminución de residentes
Hace décadas, una importante cantidad de truchas eran residentes, pero en la actualidad han disminuido por la falta de cuidado y un manejo ambiental incorrecto. Hoy la enorme mayoría son migratorias, que ingresan a los ríos durante su migración reproductiva.
Tratándose de marrones grandes, existen tres momentos bien marcados en la temporada: principios, centro y final. Podríamos considerar como inicios a noviembre y principio de diciembre. En este momento, con aguas altas y frías, podemos encontrar
en los ríos marrones frescas o plateadas, provenientes de los lagos, con una suerte de “free pass” alimentario. Una de las razones principales es la gran cantidad de truchitas arco iris recién emergidas de sus nidos de grava, y que son un bocado irresistible.
A mediados de temporada, entre enero y febrero con aguas bajas y cálidas, los únicos peces disponibles en los ríos son residentes. Las grandes residentes, por su escaso número y lo pícaras que las vuelve la presión de pesca, son las más difíciles. En la actualidad, un residente de más de 3 kg es un verdadero trofeo. Tras ellas es indispensable elegir muy bien el lugar, y pescar en los extremos del día (amanecer y atardecer). Este es el momento en que se activan para cazar a sus presas, y la penumbra las hace más fáciles de engañar.
Lea la nota completa en la edición 506 de Weekend,
de noviembre de 2014.
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