Julio Pollero nos brinda una anticipo de
una nota publicada en la edición Nov ´13
de Revista Weekend sobre los Bagres de Mar
en el Riopla Norte
Entrando en los meses cálidos, el majestuoso estuario del Río de la Plata nos tienta con un abanico de especies que podemos pescar. A pesar del maltrato sufrido por situaciones naturales y por el propio accionar del hombre, todavía nos regala esa inmensa posibilidad que es la de elegir sabiendo que, como se dice en la jerga pesquera, “todo no vamos a poder hacer”.
En esta oportunidad elegimos dos especies bien diferentes, pero con amplias posibilidades de pescarlas cada una en su momento del día, según el estado de la marea, tanto sea en creciente como en bajante.
Una de ellas es el bagre de mar o mimoso, también llamado monchuelo. Se trata de una especie migratoria que llega desde el mar a partir de fines de agosto para cumplir con su ciclo reproductivo, internándose en el Río de la Plata y en los ríos Uruguay, Paraná Guazú, Paraná de las Palmas, Paraná Bravo y Gutiérrez, donde permanece hasta principios de enero. Este tipo de silúridos habita los canales profundos y con correntada, lugar donde busca sus alimentos. Si bien los cardúmenes se mueven a media agua, en el momento de comer lo hacen sobre el lecho del río. Poseen un cuerpo cilíndrico con un tono grisáceo en el lomo, panza blanca, ojos muy pequeños y una boca grande y poderosa.
Al ser una especie marina, para tentarla debemos utilizar carnadas acorde con ese origen. Aunque excepcionalmente haya tomado lombriz de tierra o alguna carnada blanca, para atraer al bagre de mar lo mejor es el calamar cortado en tiras y rematado con uno o dos tentáculos, calamaretes chicos encarnados enteros, anchoas enteras atadas con hilo elástico o cortadas al medio haciendo sanguchito con calamar o magrú y postas de magrú.
Los equipos a utilizar para su pesca en la zona norte del Río de la Plata (aclaramos el sector porque resultan muy diferentes los elementos necesarios para la franja sur, como Atalaya, Magdalena y La Balandra) son pesados, no por lo que significa la pesca en sí, sino por el peso del plomo que debemos usar y la fuerza de la correntada que la línea debe soportar.
Nota publicada en la edición 494 de Weekend,
noviembre de 2013.
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