martes, 9 de febrero de 2016

Escaneo ecológico: prácticas que plantean nuevos desafíos para el medioambiente


Un grupo de científicos de la Cambridge Conservation Initiative
hace una lista de las situaciones poco conocidas que
podrían ser oportunidades pero también resultar peligrosas
para la preservación del planeta


Casi como un ejercicio, cada año, un grupo de científicos de la Cambridge Conservation Initiative, fundada por el Consejo de Investigación para la protección del medioambiente del Reino Unido, rastrea y hace una lista de las situaciones poco conocidas que podrían ser oportunidades pero también resultar peligrosas para la preservación del planeta.

Entre las quince elegidas de este año, como siempre, hay algunas que suenan casi inverosímiles, pero que, como se demostró en el pasado, podrían no serlo tanto. 

Los investigadores agudizan la mirada al trazar este panorama que fue publicado también por el diario El País, que recordó que en el pasado se mencionó, por ejemplo, como uno de los peligros el uso de la genética para erradicar los mosquitos que transmiten enfermedades como el dengue o el zika.

Los glaciares artificiales creados para regular la irrigación son uno de los factores de la lista. 

Se los utiliza en las áridas tierras de los Himalayas como mecanismo para aportar agua para la agricultura, en respuesta al cambio climático.

Históricamente, las comunidades de esas zonas dependían de el derretimiento de esos bloques de hielo y de la nieve que cae en invierno para irrigación y agua potable. 

Sin embargo, el aumento de las temperaturas de los inviernos y los cambios en las nevadas afectan el acceso al agua de deshielo durante la temporada de cultivo. 

Los especialistas advierten que este uso de las tierras podría cambiar el frío y desértico ecosistema de la región. 

Como los glaciares artificiales se apoyan en los naturales, sus efectos a largo plazo todavía no se conocen.

Otro de los aspectos es la introducción de especies invasivas como reserva de diversidad genética. 

Muchas especies que fueron introducidas en entornos que están fuera de su territorio natural resultaron una amenaza para la diversidad biológica. 

Sin embargo, señalan, se detectan casos en los que las poblaciones de animales introducidas pueden retener rasgos genéticos que habían sido incluso perdidos en su hábitat original. 

En ese sentido, mencionan el ejemplo del armiño Mustela erminea que fue introducido en Nueva Zelanda desde Gran Bretaña y tiene carga genética que había perdido el original. 

Esto indica que las invasoras podrían convertirse en futuribles reservorios genéticos de su especie.

Los expertos mencionan además el incremento de la concentración de testosterona en mares y ríos. 

Se trata de un efecto del uso cada vez más habitual de suplementos de testosterona en los hombres para mantener su estado físico o deseo sexual. 

No se sabe el impacto que la concentración de esta hormona tenga en la vida acuática.

La fabricación sintética de partes del cuerpo de animales en extinción, como por ejemplo el cuerno de un rinoceronte, por extravagante que parezca también está en la lista. 

Se emplean materiales como keratina, se moldean las figuras con impresoras 3D y hasta se agrega ADN del animal. 

Esta iniciativa apunta a desactivar el tráfico de estas partes. 

Sin embargo, alertan que la venta de estas partes falsas podría despertar, por el contrario, el interés por las reales en nuevos mercados.

También la proliferación de islas artificiales, especialmente en Asia, está en la mira de los científicos. 

La tierra artificial se crea llevando arena hacia arrecifes de corales vivos y pavimentando la arena con concreto. 

Estas prácticas tienen efecto en el desarrollo de la costa, en la contaminación y en la pesca, y llevan a una declinación de la cubierta de coral. 

Los arrecifes podrían deteriorarse así más rápidamente y no amortiguar la acción de las olas. 

Resultando también en peligro las propias islas.

Otra de las advertencias de los científicos apunta a la industria pesquera. 

Existe un área de 2,8 millones de kilómetros cuadrados en el Ártico que se encuentra más allá de la jurisdicción de los cinco países costeros. 

Ese agujero legal podría propiciar la pesca desregulada en esa zona.

El uso de abejas controladas como vectores de agentes microbiológicos y la comercialización de nanopartículas en productos de consumo son otros de los aspectos mencionados en la lista, que permite vislumbrar prácticas que aunque no están en el centro de la escena ecológica, bien podrían cobrar protagonismo en unos años.


Fuente: Diario BAE


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