La crecida de ríos y arroyos han provocado nuevas inundaciones,
evacuaciones de vecinos, el derrumbe de puentes,
el aislamiento de pueblos enteros y la destrucción de rutas,
caminos y vertientes de agua, además de destrozos en viviendas,
campos, producciones y en el patrimonio personal
de gran cantidad de tucumanos
La crecida de ríos y arroyos han provocado nuevas inundaciones, evacuaciones de vecinos, el derrumbe de puentes, el aislamiento de pueblos enteros y la destrucción de rutas, caminos y vertientes de agua, además de destrozos en viviendas, campos, producciones y en el patrimonio personal de gran cantidad de tucumanos.
La crónica de estos días han dado cuenta también de que, los problemas de comunicación con las localidades afectadas, en especial, las que se encuentran a la orilla del río Choromoro, se mantienen en toda su gravedad y es muy probable que perduren por un largo tiempo en esas condiciones de virtual abandono, acaso como está sucediendo con otras poblaciones del sur tucumano, que también se han visto golpeadas por las tormentas y afectadas por la desatención y la negligencia oficial.
La lenta y desalentadora reacción de las autoridades y reparticiones responsables de las tareas de socorros, asistencias y reparación frente al dramático cuadro vividos en esos lugares es otro de los capítulos críticos que no encuentran explicaciones suficientes.
La crónica de estos días han dado cuenta también de que, los problemas de comunicación con las localidades afectadas, en especial, las que se encuentran a la orilla del río Choromoro, se mantienen en toda su gravedad y es muy probable que perduren por un largo tiempo en esas condiciones de virtual abandono, acaso como está sucediendo con otras poblaciones del sur tucumano, que también se han visto golpeadas por las tormentas y afectadas por la desatención y la negligencia oficial.
La lenta y desalentadora reacción de las autoridades y reparticiones responsables de las tareas de socorros, asistencias y reparación frente al dramático cuadro vividos en esos lugares es otro de los capítulos críticos que no encuentran explicaciones suficientes.
Por caso, el reclamo de los pobladores de la localidad de Gonzalo, que exigen el restablecimiento de la conexión que se llevó la correntada y que los dejó aislados y a la Buena de Dios, fue desdeñosamente desestimado por la dirección de Vialidad Provincial, con el argumento de que esa obra sobre el río Gonzalo no figura en la planificación del organismo, pero que se disponía a restablecer el paso para el “martes y miércoles de la semana próxima”, sin reparar -acaso sin tomar conciencia- de las necesidades básica de cientos de tucumanos que viven y trasiegan en el lugar.
Habría que recordar que los daños que provocaron las tormentas del verano pasado en la infraestructura caminera y vial -en gran medida en el sur de la provincia- vienen siendo morosamente atendidos o reparados precariamente, mientras que las lluvias de esta temporada no han hecho más que agregar zozobra y más desánimo a los pueblos castigados y nuevos daños o demoras en la reconstrucción de esas obras.
Estas lluvias han puesto nuevamente en evidencia la endeblez de las obras públicas; de su nulo mantenimiento; de la falta de planificación -incluso de una planificación de emergencia- y de afectación de recursos financieros para cubrir esta crisis de la infraestructura de Tucumán.
Estas lluvias han puesto nuevamente en evidencia la endeblez de las obras públicas; de su nulo mantenimiento; de la falta de planificación -incluso de una planificación de emergencia- y de afectación de recursos financieros para cubrir esta crisis de la infraestructura de Tucumán.
La crecida del río Gastona que golpeó a Concecpción y a Arcadia, puede considerarse como otro dramático y torpe ejemplo de desidia.
A merced del fenómeno meteorológico y ante la evidencia de que la red de puentes, rutas, caminos y calles no están en condiciones de soportar la presión de las tormentas, el panorama del verano ya puede considerarse desolador.
A merced del fenómeno meteorológico y ante la evidencia de que la red de puentes, rutas, caminos y calles no están en condiciones de soportar la presión de las tormentas, el panorama del verano ya puede considerarse desolador.
Ocurre que este cuadro de situación había sido anticipado por los expertos en clima, estaba en el centro de las previsiones agrícolas y entre las inquietudes de los vecinos que viven en los lugares potencialmente más vulnerables por las tormentas.
Pero el Gobierno, los municipios y las autoridades competentes hicieron muy poco para poner en marcha operativos que contemplen las respuestas más adecuadas.
Así, la ayuda implementada para atender a los damnificados de estas circunstancias se transforma en un paliativo insuficiente y más bien simbólico, que está lejos de resolver los problemas profundos y centrales que agobian a miles de tucumanos.
Fuente: La Gaceta
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