La cordillera chubutense se posiciona con el
correr de los años, como uno de los paraísos
de pesca deportiva de truchas más buscados
por los amantes mosqueros de todo el mundo
Además de ser un punto clásico para vacacionar por la gran variedad de actividades y paisajes que presenta, cuenta con excelentes condiciones para el desarrollo y reproducción natural de salmónidos como el salmón encerrado, el salmón del pacífico, y las truchas marrones, arco iris, de arroyo, y de lago, además de las percas.
Las características de sus aguas la hacen un verdadero paraíso para quienes gozan de la pesca.
Además cabe destacar que hasta el 1 de mayo se encuentra habilitada la temporada de pesca 2016 en la zona de Esquel y sus alrededores.
En esta zona son muchos los lugares de pesca a donde se pueden acceder, para compartir un día de pesca entre amigos y la camaradería que caracteriza al pescador, una excusa más que perfecta para pescar inmersos en los paisajes de la cordillera chubutense.
Entre los lugares más frecuentados se destacan el río Arrayanes, el lago Futalaufquen, el río y lago Rivadavia (todos estos en el Parque Nacional Los Alerces), el río Grande o Futaleufú, el río Percey, la laguna Willimanco, e incluso en la Reserva Natural Urbana laguna La Zeta a tan solo 4 kilómetros del centro de Esquel.
Esquel se caracteriza por ofrecer zonas de pesca para todos los gustos, esta particularidad permite que lleguen pescadores muy diversos que combinan con otras actividades turísticas en la región.
Quienes no tengan experiencia ni equipos, pueden contratar los servicios de un guía de pesca o alojarse en un lodge de pesca. Los guías, además de conocedores de todos los accesos a pesqueros y de los secretos de cada modalidad, están preparados en primeros auxilios, navegación y rescate en aguas de montaña.
Es importante saber que la región cuenta con una estricta política ambiental orientada a la conservación del recurso.
Para practicar pesca deportiva es necesario contar con el permiso correspondiente, por temporada, por semana, o por día.
Es personal e intransferible, y se entrega junto a un reglamento donde se especifica, ambiente por ambiente, qué está permitido o no hacer.
Sentir el susurro del agua que corre, observar y buscar las mejores correderas y ollas, ver cómo nadan las truchas mientras el paisaje patagónico juega un papel fundamental para relajarse, hacen de esta experiencia un combo perfecto para el pescador deportivo.
Fuente: El Patagónico
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