Wilmar Merino nos presenta en esta nota
de Viva la Pesca de Diario Popular
el relato de una salida con peques,
plena de acción, piques y diversión
Surubíes en cantidad, dorados, palometas, tarariras, bagres laguneros y amarillos, bogas y hasta una raya enorme, fueron especies que les permitieron a los más chicos divertirse en grande con señuelos y cebos naturales.
Allí nos esperaba Emiliano Michelotti, quien nos ofició de guía con la lancha en el agua y las morenas aprontadas, el mate listo y una pregunta: "¿Querés que los chicos pesquen surubíes?". No me daban las manos para armar los 4 equipos de pesca, compuestos por caña Shimano Convergence y reel Shimano Corsair para pesca con carnada natural y cañas Tech Tomahawk "Wilmar Merino" de 7 pies con reel Shimano Cítica, para hacer bait golpeando los palos con señuelos.
Navegamos golpeando señuelos contra algunas barrancas específicas que nos marcó el guía y logramos lindos doradillos. Al fin llegamos a un recodo del arroyo Vázquez, sobre costa entrerriana, y arrancamos con los intentos usando plomitos pasantes de 20 gramos, leaderes de 40 lbs y anzuelos 8/0 de pata larga donde enhebramos morenas grandes de cabeza a cola. Antes de tirar, abundante protector solar y gorros cubrenucas Spinit, protegieron a los chicos del sol. Los piques no se hicieron esperar, y tras un par de palometas para el asombro, se sucedieron las clásicas llevadas de surubíes en las que los pibes tenían que controlar la ansiedad y dejar comer bien para lograr clavadas efectivas. Logramos cinco ejemplares de 2 a 6 kilos y luego, Alan, el mayor, clavó "algo" que se movió y luego pareció haberle dejado el anzuelo en un enganche. Emiliano pidió la caña y, tras un par de cañazos cortos, logró que el "enganche" se moviera, pasándole la caña de nuevo a Alan para que terminara disfrutando de una enorme raya que pesó 6 kilos.
Sobrevinieron otros tres surubíes de 3 a 6 kilos (todos pesados con nuestra balanza digital y devueltos a su medio), que ya nos habían pagado la jornada, cuando los chicos decidieron hacerse morder a más no poder nuestros señuelos Tech Minnow Devil y mojarras Spinit de paleta quebrada pescando palometas que los atacaban sin piedad en una salida de agua negra donde la sorpresa era meter un doradillo cada tanto entre tanta palometa.
Al mediodía, tras una picada en un rancho isleño propiedad de nuestro anfitrión, fuimos por tarariras. Nos calzamos botas y caminamos isla adentro hasta dar con un lagunón de aguas quietas, con vegetación emergente en derredor. Sinceramente fue tirar y meter tarariras, probando señuelos de superficie como la extraordinaria Goziolure, cuchara con rattlin que trabaja pechando agua accionada a tironcitos, o bien con las ranas de goma con hélice Spinit Highlander. A media agua, gomitas Yum con anzuelos antienganche operaron magníficamente aunque había que reponerlas constantemente, dado que las tarus las destrozaban. Un fin de fiesta inolvidable a puro pique para que los pibes guarden en su memoria la pesca de su vida.
por Wilmar Merino
para Viva la Pesca de Diario Popular
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