jueves, 11 de diciembre de 2014

A río revuelto, ganancia de fileteadores


La limpieza de Pejerreyes es un trabajo aborrecido
por los pescadores, pero rentable para otros,
los obreros del cuchillo. Habilidad,
precisión y agilidad, las claves


Uno de los oficios más desconocidos y llamativos del mundo es el del fileteador de pejerreyes. Ellos se encuentran en ciudades pesqueras tanto deportivas como profesionales. Así, en Junín, por ejemplo, abundan y tienen trabajo durante casi todo el año.

Gustavo Zamparolo es un fileteador con más de 30 años de experiencia. “Es un oficio sencillo y útil en ciudades como Junín. Yo hago esto y, con la ayuda de mi señora que tiene un kiosco, vivimos bien”. 

Zamparolo cuenta además que es un oficio hereditario: lo aprendió viendo a su padre, Aimar. De hecho, Zamparolo cree que no hay ningún fileteador que viva de eso por decisión propia, sino que siempre se sucede a alguien. Y agrega: “Los días en que mejor me va es cuando en la laguna de Gómez se organizan torneos de pesca, porque viene gente de todos lados y yo conozco a un tipo de la organización que me manda a la gente que participa”. 

El oficio consta de dos pasos y a simple vista parece sencillo: primero se cortan la cabeza, las aletas y la cola y se abre el pejerrey al medio con un corte horizontal; después se lo descama con un corte preciso y un tirón a presión de la piel, para luego retirarle todas las espinas con dos cortes a ambos lados de la membrana visceral. Lo último es raspar el filete con un cuchillo para retirar cualquier espina y enjuagarlo. 

Pero si es así de sencillo, ¿por qué los pescadores deciden gastar plata acudiendo a un fileteador antes que hacerlo ellos mismos? Muy simple: un inexperto en el tema lo podría hacer pero le llevaría más de 10 minutos por pejerrey, un tiempo considerable si se tiene en cuenta que la mayoría de los clientes de Zamparolo no lleva menos de 30 pescados por vez. Tratándose de un fileteador con experiencia, en cambio, 30 pejerreyes pueden estar listos en menos de media hora. 

Por eso Zamparolo asegura: “Los pescadores dicen que esto es lo más feo de la pesca y no les gusta hacerlo, entonces me traen los pejerreyes a mí, que con la práctica que tengo se los hago rápido y salimos todos ganando. Y encima de vez en cuando, si la pesca fue grande, me regalan algunos”, cierra. 


PESCA PERJUDICIAL

Con el paso del tiempo, la pesca pasó de ser un medio de supervivencia a practicarse de forma deportiva. Esto trajo algunos inconvenientes en las principales lagunas, ya que muchas personas que van a pescar sin más interés que pasar un rato divertido dejan los pescados en la orilla, lo que molesta a lugareños, pescadores y principalmente a las autoridades. 

En el último tiempo se ha vuelto frecuente ver pescados tirados al costado del agua que emanan olores nauseabundos. Esto se debe a que muchas personas que pescan pejerreyes los matan sin ningún propósito: no se los llevan como comida ni son capaces de dejarlos con vida y devolverlos al agua.

Las autoridades de las principales urbes pesqueras tomaron medidas de prevención para erradicar estas prácticas, ya que no sólo dejan pescados pudriéndose a la vera del agua, sino que además muchas veces se matan peces de ínfimo tamaño que idealmente deberían haber crecido más antes de ser pescados.



Fuente: Diario Publicable



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