domingo, 21 de diciembre de 2014

El comienzo de la historia de las "24 Hs. de la Corvina Negra"


La Voz del Pueblo nos trae la 1a. parte de
la historia del ya exitoso Concurso
Las 24 Hs. de la Corvina Negra
del Club Cazadores de Tres Arroyos


Hace unos años atrás, las páginas de este diario comenzaban a desgranar la rica y fabulosa historia de las 24 Horas de la Corvina Negra, el concurso ideado por la gente del Club Cazadores Tres Arroyos y que ya pasado el medio siglo es un clásico de la ciudad y de la pesca en todo el país. "Nace una historia dorada" se decía y La Voz del Pueblo comenzó a contar y recordar, en entregas diarias, la vida de un hecho que traspasó lo deportivo para convertirlo en una historia social increíble.

Allá por los años '30, cuando Claromecó era un pequeño villorrio y que en invierno no albergaba más de 50 almas, la pesca atraía a los aficionados en la búsqueda de la corvina negra, la "Pogonia Chromis" de los científicos.

Había que llegar luego de atravesar penosos 70 kilómetros de tierra (ni contar cuando llovía) y era común en la zona del Faro observar en cualquier tarde soleada de marzo, abundante pesca de negras. Se contaba con muy pocos y rudimentarios medios, no había reels ni cañas y con el simple piolín que se solía comprar en el almacén de Arbasetti (en la esquina por donde se entraba a Claromecó) utilizando un pequeño tarro, de esos de durazno, bautizado "reboliati", a no más de 40 ó 50 metros de la costa, se lograba la captura de hermosos ejemplares algunos los cuales llegaron a sobrepasar los 35 kilogramos. La carnada, al alcance de la mano, era la almeja.

Nombres de aquel entonces se entremezclan como los de Tito Rey, Jaime Hemmingsen, el doctor Cier (cuyo Ford A transitaba por la playa, como pionero de los actuales pesqueros), Juan Garay, Juan Dufour, Abelardo Fermín Guido y unos pocos más que habitaban en el balneario hace más de medio siglo atrás. Después de la pesca venían las tenidas gastronómicas en la peluquería de Panizo, el Bar Royal, el Hotel Claromecó, el Bar Danés, el Hotel Brisas de los Pugni, en la panadería de Guido y en otros pocos lugares citas obligadas para las charlas de pesca.

Y tal vez como homenaje a aquellos pioneros de principios de siglo pasado, el Club Cazadores puso en marcha este certamen de largo aliento que con el correr de los años se convertiría en récord mundial de inscriptos de aguas abiertas (6862 participantes en la edición 26ª de 1987), algo que sin dudas jamás se habrían soñado aquel puñado de muchachos que se reunían en la carpintería de Emilio García en Lucio V. López al 400.

Abriendo la década del 60 se había comenzado a incursionar en la Pesca del Club y Angel de la Losa y Eduardo Pintos (comisario de la ciudad) habían ganado un interclubes en Monte Hermoso, pero faltaba algo propio que hiciera realidad la letra fría del Estatuto de aquello de propender al desarrollo de la actividad de la caza y la pesca. Se buscó apoyo en quien sería un gran mentor del concurso, Angel de la Losa, y se pusieron a trabajar. Del nombrado surgió la idea de que fueran 24 horas de pesca y se formó entonces una comisión que integraron entre otros, el mencionado De la Losa, y el recordado Matías Alba, cuyo nombre está ligado al primer pesquero que va hacia el Santo de Christian.

A los nombres se unieron Emilio García, Ever Chachero, José Cristian Hoe, Abelardo Fermín Guido, Rubén Giacomino, Aldo Cortina, Augusto Camporini, José, Hugo y Elena de Stornini, Kay Hulbetal, Andrés Daría, Ramón Hiriart, Mario Reinoso, Pedro Beterbide, Alcides Burgueño, Domingo Re, Francisco Suárez, Pedro Andersen, Mario Alberti y Abel Nogueira. Estos son los nombres en los cuales se asentó la piedra basal de estas fabulosas "24". Faltarán algunos, pero esta es la historia viva de sus comienzos.

Se trató la idea en comisión directiva y la misma fue aprobada. Había poco tiempo y mucho por hacer. El Club no disponía de lo que hoy es su hermoso refugio en la avenida Costanera y se conversó con los hermanos Di Croce, propietarios del Hotel Claromecó. No hubo problema de ninguna especie y el sábado 17 de febrero de aquel histórico año 1962 se colocaron los carteles en la esquina de 7 y 26 que invitaban a inscribirse en una de las más ricas historias de los tresarroyenses.

Mañana la seguimos. Chau.


Fuente: La Voz del Pueblo


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