Este curso nos permite usar gramajes mucho más livianos
y por lo tanto maximizar la lucha
con los combativos mimosos, que están presentes
en portes más que interesantes.
De noche, la acción es mayor
En Berisso, pescando en aguas de 6 a 8 metros, esta pesca con equipos más livianos es posible, pero tenemos la contra de que el viento no siempre nos permite embarcar en aguas abiertas y -además- no todos los pescadores se bancan el oleaje rioplatense sin sufrir los consabidos mareos que arruinan cualquier jornada.
Entonces, para los que quieren pescar con equipos más livianos, pero a la vez estar cerca de alguna orilla donde incluso nos podemos gratificar con un asadito al mediodía, encontramos una interesante opción en El Sauce. Y el responsable de este hallazgo es nuestro guía de confianza en Villa Paranacito, Claudio Lesik, quien está realizando magníficas pescas de esta especie. Se llega al pesquero partiendo de Villa Paranacito en la cómoda lancha de nuestro guía, con plataforma para mosqueros y motorización de última generación, tomando las aguas del Paranacito hasta el canal Galoffre, luego el Gutiérrez hasta el Bravo y desde el Bravo navegando aguas abajo hasta el Sauce.
Allí, en pozones que el guía ha marcado en su GPS tras muchas jornadas de investigación pesquera, se hace la pesca. “En este río corre mucho menos el agua, por lo que no es necesario usar plomadas muy grandes -explica Lesik-. En el Bravo a veces no podés bajar de 200 gramos, en cambio acá rara vez pasamos los 120”, cuenta.
Una vez anclados armamos los equipos compuestos por cañas Silstar Rooster 2,10 y Shimano Convergence de 2,10, con reeles Silstar y Shimano Calcuta cargados con multi de 23 lbs de resistencia. Es importante el multifino para evitar resistencia en el agua y de este modo logramos que la presión de la corriente no sea mucha sobre el sedal, de otro modo nos levantaría las carnadas.
Línea de un solo anzuelo corvinero, brazolada larga de 80 cm a 1 m, siempre con esmerillones para evitar que se enrosque la brazolada en la madre será lo recomendado. Atamos las anchoas que llevamos de Buenos Aires (es muy difícil para el guía conseguirlas en Paranacito, por lo que recomendamos al lector y futuro cliente de Lesik llevarlas de origen) con hilo mágico, en tanto el calamar (que sí lo consigue el guía), lo usamos solo o combinado con la anchoíta.
Fue tirar líneas al agua y empezar la fiesta. Tanto nuestro guía como su compañero, Nicolás Terzi Poneff, se lucieron levantando mochuelos (otro nombre popular de estos bagres) en tamaños de 2 a 4 kilos, peces cuya lucha pudieron disfrutar a pleno por el antedicho tema del gramaje liviano en la línea. “Los estamos encontrando en profundidades de 10 a 15 metros, aguas abajo del desaguadero del Sauce. También se puede hacer una pesca al garete con plomos pasantes de 40 gramos, aunque esta técnica tiene el inconveniente de que se producen muchos enganches”, explicó Lesik.
Y si bien de día es factible lograr cosechas de 10 a 20 ejemplares, de noche se producen verdaderas fiestas de pique, donde todas las cañas clavan casi en simultáneo y la acción es continuada ya que “de tarde y noche es cuando hay mayor movimiento de agua y eso los activa”, concluye el guía, que invita a armar programas de pesca diurnos y nocturnos al visitante, aprovechando esta especie que en diciembre, cuando vuelve camino al mar con las huevas en la boca, ya deja de comer.
Y un último llamado a la reflexión: tratándose de una especie que entra a reproducir, rogamos no sacrificar muchas piezas para garantizar la perpetuidad de esta combativa especie en nuestros ríos. Pesquemos con conciencia ecológica.
Fuente: Viva la Pesca de Diario Popular
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