viernes, 28 de marzo de 2014

Llegaron las flechas del Plata (al Riopla), por Weekend


Revista Weekend nos brinda un anticipo de
una nota publicada en la edición Abril 2014,
sobre la llegada de las Flechas de Plata al Riopla

 
La zona de Magdalena es un punto ideal para intentar la pesca de esta especie, que aparece y nos deleita todos los abriles.


por Wilmar Merino
para Revista Weekend

Aún con los vaivenes de un cambio climático que cada vez se siente con más fuerza, marzo sigue siendo punto de arranque de la temporada de pejerreyes y abril, el de su consolidación.

Pero en el Río de la Plata, por su particular dinámica acuática y los comportamientos de la especie pejerrey, esta regla tiene sus particularidades: mientras en algunas zonas del estuario la pesca ya está firme hace rato, en otras habrá que esperar a que los fríos intensos decanten más el agua barrosa proveniente del Bermejo para que la pesca se afirme.

Así las cosas, para ir con seguras chances de pesca de una especie que “hace verano” en el borde del estuario rioplatense y luego remonta los grandes cursos del Litoral buscando preferentemente aguas uruguayas, debemos ir por ellos precisamente en esos lugares: o los buscamos allí donde el Riopla entrega sus aguas al mar, o cruzamos el charco hacia lejanas zonas como Colonia, Punta Gorda, etc.

En nuestro caso, elegimos quedarnos en provincia de Buenos Aires, en Magdalena, donde desde los últimos días de febrero se vienen pescando pejes que cada vez van creciendo en número y tamaño. Y en donde abril promete convertirse en un mes espectacular a juzgar por los resultados de las semanas anteriores.


Esperar para el ingreso

Los intentos en Magdalena tienen diversos encantos, pues se trata de una pesca en uno de los pocos tramos de costa virgen del Río de la Plata. Esto implica que no haya un puerto donde embarcar, ni siquiera una dársena, por lo que el ingreso se hace de modo muy primitivo: esperando a que haya buen nivel de agua para botar la embarcación directamente desde el tráiler al agua y saliendo a motor trimmeado y levantando barro.

Convocados por el guía Miguel Alvarado, único que opera en esa zona, nos dimos cita en el balneario de Magdalena a primera hora esperando poder aprovechar el día al máximo. Sin embargo, tuvimos que esperar un par de horas hasta que el agua creciera un poco más, para poder salir. Esto, sin dudas, nos restó posibilidades en una nota de principios de temporada donde el agua está más caliente del punto ideal (12-16 grados) y en donde el fresco de las primeas horas es vital para lograr los mejores piques.

Pero el optimismo de Alvarado nos daba un manto de tranquilidad, pues nos dijo que bastaban unas pocas horas para lograr una buena cosecha de pejerreyes que –según sus experiencias en los días previos– venían bastante mezclados en tamaños: de los 20 a los 45 cm.

Con nuestro amigo Martín Bilyk, y Norberto, un amigo de Miguel, aprovechamos la corta navegación y la amplitud del espacioso trucker del guía, para ir armando equipos durante la travesía, en la que fuimos dejando atrás el paisaje selvático de la costa y esquivando trasmallos de cientos de metros (es lamentable la proliferación de estas artes de pesca y la ausencia de controles) hacia zonas donde las aguas se veían notoriamente más claras, a unos 6.000 m de nuestro punto de partida.

Cañas de 4 a 4,20 m, reeles medianos para 200 m de multifilamento del 0,16 y líneas de tres boyas cometa o chupetonas, con remate de una boyita extra de 25 mm o un puntero tipo palito, fueron los implementos utilizados. De manera optimista usé anzuelos 2/0, pero una medida de 1 o 1/0 será más que suficiente en este arranque de ciclo.

Luego, la práctica habitual de echar al agua el ancla de capa para aminorar la deriva de la embarcación y armar la calle de ceba donde iban a correr nuestras boyas. Al llegar la orden del guía y capitán, echamos líneas al agua y aprovechando este verdadero “muelle flotante” que tiene Alvarado por embarcación, trabajamos haciendo una rotación entre los pescadores a bordo.

Es decir, tirábamos el aparejo por proa y nos íbamos corriendo al medio a medida que algún compañero recogía, con o sin pescado.


Lea la nota completa en la 499 de Weekend,
abril de 2014.


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