Gustavo Rodriguez nos invita desde esta
nota de La Gaceta a recordar viejos tiempos,
y a despertar, ya que tal vez aún estemos a tiempo
para recuperar los recursos en tucumán
"Hubo un tiempo en que fue hermoso" cantan Nito Mestre y Charly García en la inmortal "Canción para mi muerte" de Sui Generis. Ese es el tema que viene a la mente al descubrí unas fotografías en el archivo del diario que prueban gloriosas jornadas de pesca.
En el segundo piso del edificio de LA GACETA hay un mar de sobres de papel madera. Bien guardadas por Mario "León" Rodríguez -quizás respetando la pasión de la familia- se pueden encontrar decenas de fotos y las célebres "Noticias de Caza y Pesca" que redactaba Préscedes Salvador y que se publicaba una vez por semana en nuestro diario.
El paso del tiempo dejó sus huellas en esas fotografías. Ese amarillo ocre compite con el blanco y negro. Pero pese a todo, son pruebas contundentes de que los deportistas más veteranos no mienten. A los más jóvenes siempre les contaron que en El Cadillal, hace 40 años, se podían pescar enormes dorados. Que en La Aguadita, en el río Salí, en el Dulce y en El Frontal, por sólo citar algunos sitios, se vivían jornadas inolvidables por la cantidad y calidad de bagres, bogas y tarariras.
Los concursos de pesca, en los 60 y 70, que organizaban los clubes de pescadores eran verdaderos encuentros sociales. Niños, jóvenes, mujeres y hombres disfrutaban de esas sanas competencias que convocaban a centenares de tucumanos y varios jujeños, salteños y catamarqueños.
No menos llamativo resultó encontrar las fotos de los certámenes de pesca de mojarritas que se desarrollaban en el parque 9 de Julio y que eran organizados por nada menos que las autoridades de la Secretaría de Educación. En otras palabras, el Gobierno alentaba a que los niños de las escuelas públicas y privadas a la práctica de este deporte. Increíble.
Repasando los recortes de los diarios se detecta una paradoja. El pescador furtivo era considerado un delincuente y periódicamente la Dirección de Flora y Fauna informaba los secuestros que realizaba sus guardapescas. Acompañaban las notas imágenes donde se observa los equipos quitados a los que pescaban en tiempo de veda, utilizaban yo-yo o redes. Aparecer con nombre y apellido era una afrenta muy difícil de superar con los años.
Pero al mismo tiempo, se descubren pescadores que capturaban centenares de pejerreyes, decenas de truchas enormes o dorados de todo tamaño. En esos tiempos, claro está, no existían los límites de extracción. La pesca con devolución era todo una utopía.
Es indudable que la mano del hombre hizo todo lo posible para destruir este sueño en poco más de 40 años. Hubo una fórmula nefasta. Los pescadores, quizás aún no tenían bien en claro el sentido de la preservación, aportaron un poco. Los industriales, que durante años arrojaron desechos en los ríos y lagos, también colaboraron. El desinterés del Estado en proteger los recursos naturales permitió el desastre.
Es muy probable que jamás se recupere el nivel de la fauna ictícola de esos tiempos. Pero al menos, estas imágenes pueden ser un llamado de atención para muchos. Sólo queda rogar que a partir de ahora todos tomen conciencia de lo importante que es preservar nuestros sitios pesqueros.
por Gustavo Rodriguez
para La Gaceta
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