Wilmar Merino visitó la Albúfera de Mar Chiquita
y nos cuenta los resultados en esta nota de
Viva la Pesca del Diario Popular
Con el "Messi" de la albufera como guía y nuestro corresponsal en costa
atlántica como anfitrión, era imposible fallar. Una pesca en bote y con
devolución, en un ámbito que parece fácil pero tiene sus secretos.
Y hay un ámbito que, por sus particularidades de mezclar aguas marinas con dulces, ofrece una cancha de pesca ideal para esta especie: la albufera de Mar Chiquita. Es que sus aguas bajas y con buen alimento son el paraíso para las lisas y, en consecuencia, para el lisero.
Y para este relevamiento contamos con dos amigos de lujo: el guía Gustavo Bracaccini, un as en la pesca de esta especie, y el colega marplatense Paco García, quien semana tras semana nos abastece de excelentes informes del pique en costa atlántica para nuestra sección El Pique al Día.
Todo comenzó a las 8.30, con nuestro encuentro en la tranquera de ingreso al pesquero Juan y Juan, en el Km. 472,5 de la Ruta 11. A sólo un par de km. por camino en buen estado se llega al pesquero, un embarcadero sin servicios salvo la bajada de lancha donde es menester llevarse todo lo necesario para la jornada, pero que está estratégicamente ubicado de modo tal que a sólo 500 metros del mismo ya podemos estar ubicados perfectamente en zona de pesca.
Armamos equipos compuestos por cañas Shimano Sojurn, reeles Shimano Sedonna con multi Power Pro del 0,22, y una línea especial que se usa en Mar Chiquita, con boyas ahusadas, más alargadas que las tipo aceitunas, y apenas mosquetones con esmerillón entre nudos corredizos y anzuelos tipo 142 N pendiendo de los mismos, es decir, pescamos sin brazolada, con la carnada casi en superficie.
Es útil también colocar algún anzuelo sin boya entre boya y boya, de modo que pesque semi ahogado. Y el remate de la línea es apenas una extensión de nailon de 1 metro rematada en un plomo de 0,40. Como carnada usamos pancita de lisa coloreada de rojo y con purpurina y ferononas norteamericanas (baitmate) para aumentar su atractivo.
El agua fría de la mañana nos hizo esperar antes de que la primera "chica super poderosa" decidiera comer. Y lo hizo en la caña del inefable Paco García, que tras una pelea con maestría, logró arrimarla para que el guía la copeara. Se trató de una lisa grande, de 2 kilos. De haber sido más brusco en su forma de proceder, Paco hubiese perdido el ejemplar, que venía clavado por encima del labio superior, por fuera de la boca.
Primeras fotos y luego a cumplir con una premisa que nos habíamos propuesto: devolver los ejemplares a su medio.
Cerca del mediodía, con el agua más caliente, se activó la especie y comenzaron a sucederse las capturas. Paco volvió a tener suerte, al igual que su hijo Ezequiel, al tiempo que tuve yo también la oportunidad de pelear con una y el gran Braca se las arreglaba no sólo para asistirnos con su copo de mango extensible, sino también para lograr en su caña magníficos ejemplares, todos de 1,5 a 2 kilos.
Pero la cosa era de pasadas y la lisa se movía en cardúmenes una y otra vez, obligando al guía a la maniobra descripta al comienzo: botitas de vadeo mediante, arrastrar la embarcación unos 100 metros hasta lograr una ubicación más cerca de los bulos que denotaban lisas de las buenas.
La tarde fue dándonos lisas a razón de unas cuatro o cinco por hora, pero la cosa se complicó a partir de las 15, cuando el viento comenzó a intensificarse complicando no sólo los lanzamientos sino aplacando la actividad de las lisas.
Así las cosas, moviéndonos cuando se ponía flojo el pique, logramos unos 15 ejemplares en las pocas horas de buen pique que nos dieron estas chicas caprichosas.
Y como no queríamos sacrificar de gusto, devolvimos todas las piezas.
Fuente: Viva la Pesca / Diario Popular
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